Concurso #16

Una vez más, esta bitácora convoca a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:

Instrucciones:
1) Suponer que la imagen ilustra una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están allí, qué hacen.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción), en los comentarios de esta misma nota.

El ganador de cada mes será elegido tomando en cuenta la opinión de quienes decidan opinar, y recibirá un trofeo virtual. (Los concursantes deben dejar una dirección válida de correo electrónico, para poder recibir su premio.) La fecha límite para hacer propuestas es el 24 de febrero.

Quedan invitados…

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26 comentarios

  • Hay que irse perfeccionando. Uno no puede saberlo todo cuando empieza, y menos en este mundo de hoy. Esas cosas no las enseña nadie.
    Hay lugares especiales. A veces me vestía de estudiante de medicina y entrevistaba a la gente en las esquinas con pretextos rancios. ¿Cuáles son sus zonas erógenas?. La mayoría eran pasos de largo susurrando en voz baja: Asqueroso. Algunas cachetadas. Las jovencitas hipponas y los chavitos de ligue daban respuestas más satisfactorias, aunque a veces ciertamente obvias.
    La boca no vale, es lo de siempre, nadie cae en ningún lado por un besito en la boca y ahorita menos. Pezones, axilas, muslos, manos, dedos de los pies. Qué asquerosa es la gente. El caviar no es para comerse a cucharadas, por eso no viene por kilo. Nadie ha ormado un queso brie de siete metros de diámetro. Degustar y no engullir. Crear y sentir placer. Hay que ser sutil, exacto, puntilloso sin jalar mucho el hilo. ¿Por dónde empezar?
    Un hombre joven, muy andrógino, sin barbas, el cabello bien recortado, perfumado solamente con agua de rosas. Un tipo tímido y muy educado, hijo de puta, estudiante de artes plásticas seguramente. A mí no me gustan los hombres pero el muy perverso me dijo: La Nuca.
    Para entonces lo había intentado todo, pero jamás había empezado por la nuca. Es más, ni yo mismo había sentido jamás una mordida en la nuca. Como si la fuerza de Zeus te levantara del suelo por los tirantes con la velocidad del sonido.
    Sale desde el centro de la tierra. Te lleva los ojos para arriba, los puños apretados, los dedos de los pies contraídos. Cada uno de los músculos lisos del cuerpo se retrae. Lo sublingual se ahoga en líquido. Un solo espasmo excita todo el cuerpo de una vez.
    Si uno va a comerse a alguien, lo más fascinante es empezar por la nuca.
    Luchita

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  • Sr. Armin Meiwes
    Me interesa sobremanera su propuesta. Cumplo con las características que pide y creo queel papel me sienta bien. Al leer su anuncio me sentí fascinado con la idea, y con su personalidad. Soy de complexión robusta, así que sugeriría un cocimiento lento, o quizá, si le apetece, un horneado ligero. No demasiado tiempo, porque la grasa se derrite y la carne queda muy seca. Los detalles los podemos discutir en persona, si acepta mi propuesta. Soy chef ¿sabe? Por supuesto no le podré ayudar en la preparación, pero debe tomar en uenta mis consejos. La fascinación por la comida la tengo desde niño, y colaborar para crear un plato que no ha probado nadie ha sido siempre mi sueño. He aquí la oportunidad… ¡Gracias!
    Recuerdo cuando mi madre me decía «mi cerdito». Parece que ahora lo seré en verdad ¿no?
    Me estoy desviando del tema. Tiene mi dirección, si le interesa en verdad, llámeme. Seguro nos dirán perversos, pero no hay que dejar que la sociedad se meta en nuestros sueños. ¿No es lo que dicen todos?

    Quedo muy suyo.

    PD. Anexo foto mía con mi hermano ensayando.

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  • De cómo por el cuello: Tú: Afiebrado.

    Febrero que entra por mi cuello como entra la hebra por el ojo de la aguja. Del trago: el rítmico placer. Succión que jala densa el sabor metálico de la sangre. Sabor a moneda lisa. A moneda delgada, finísima. Paladea. Succiona pues acompasado.

    (Tu lengua: Pequeñagordaaraña sobre blanca pared). Camínala despacito, presiona bien. Sin pausas. Contínuo. No respires. Envuélvete en la temperatura dulce que absorbes: Dulce y generosa.

    Vino hoy febrero afiebrado y el tiempo no resuelve. Tenemos veintiocho días. Después mi sangre se habrá ido.

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  • De cómo por el cuello: Tú: Afiebrado.

    Febrero entra por mi cuello como entra la hebra por el ojo de la aguja. Del trago: el rítmico placer. Succión que jala densa el sabor metálico de la sangre. Sabor a moneda lisa. A moneda delgada, finísima. Paladea. Succiona pues acompasado.

    (Tu lengua: Pequeñagordaaraña sobre blanca pared). Camínala despacito, presiona bien. Sin pausas. Contínuo. No respires. Envuélvete en la temperatura dulce que absorbes: Dulce y generosa.

    Vino hoy febrero afiebrado y el tiempo no resuelve. Tenemos veintiocho días. Después mi sangre se habrá ido.

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  • EPÍLOGO:

    Día 28: Absorta observo cómo sorbes: Sifón.

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  • Muero de ganas por encajar mis colmillos en tu cuello, en tus ojos, en tu boca, en tus piernas, en tu espalda. Hasta ver tu piel morir entre mis manos. Que cada yema de mis dedos se cuelen en tus entrañas, revolviendo tus órganos, escuchar esa frase que no oí antes. En tu habitación, en medio de todas las miradas fugaces, en esas mismas sábanas, con la alfombra manchada de tu sangre para que sea mi tinta. Porque mis letras se han acabado bajo ese yugo absurdo de tu amor. Me urge recuperar la inspiración. ¿De qué sirve la verdad si no es creíble? Palabras van y vienen en un océano de libros y cartas, chocando entre si. Contando sus más absurdos secretos. Escucho sus murmullos mientras veo mis uñas llenas de tus cabellos, sentada en este rincón, junto a tu cadáver.

    Parece que aún respiras. Un escalofrío rasguña mis brazos. Dejo el cuchillo a un lado y me acerco gateando hacia la cama. Asomo mi cabeza. Tu mirada está fija en mi. Y la amo porque está hueca, ya no más alma a través de los ojos. Tu brazo cuelga a un lado pero ya no tengo ganas de besarlo. Coloco mi temblorosa mano en tu pecho y compruebo con mi oído que la vida aún no te ha abandonado por completo. Te aferras a ella, a tu mínima respiración. Soplo sobre tu carne fresca, roja, débil como papel. No te mueves. Eres un muerto viviente.

    Acerco mi dedo índice a tu abdomen y lo hundo en una de tus heridas. Saco la lengua y pruebo tu sangre. Caliente, húmeda, deliciosa. Te odio. Hasta tu sangre ha de ser suculenta. Comienzo a llorar, de forma inconsolable, como niña. No puedo detenerme ¿Qué es lo que pasa? Trato de pegar tu piel a tu cuerpo de nuevo, pero se resbala. Abro el pequeño frasco que siempre traigo conmigo, lo sumerjo en tu cuello, se llena.

    Con mi última lágrima se va tu alma para siempre.

    Ya no eres tú ahí tendido, es sólo un cuerpo más. De esos que quise querer con toda mi alma. De esos que no esperaron. Saco de mi bolsillo una lista, tacho tu nombre con tu sangre. Abro mi mochila, la aviento dentro. Guardo con cuidado el frasco que me dará vida 10 años más. Hace un tintineo cuando choca con los demás que aún están vacíos.

    Abro tu closet y aviento tus chamarras hasta encontrar la gabardina aquella que te regalé. Aquella que robé de la tumba de mi anterior amor. Cubro tu estuche con ella, te doy la espalda, susurro una oración y con la sensación de que te abandono, me marcho.

    El siguiente nombre vive aquí tan cerca que este podría ser un día muy productivo.

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  • Por cierto, acabo de apagar la tele. Vi el canal 34, adivina quien estaba? jeje

    besos

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  • Lesvat era un tipo normal; cabello largo, ropa de terciopelo guinda, piel blanca, nariz puntiaguda, manos largas. Es más, si uno lo viera desde lejos, rodeado de todo el mundo, juraría que es un vampiro común y corriente. Pero no.

    La cosa es que en estos tiempos eso de salirse al otro continente a buscar sangre es cada vez más impreciso, o peligroso, si quiere llamarse así. Los tiempos donde la gente sabía a su país, a sangre de humano normal, a ese saborcito dulzón tan deleitado por toda la especie de Lesvat, habían pasado hace tiempo. Debido a los ajetreos del mundo ahora tenían que fijarse para no morder a los rabiosos, los diabéticos, infectados, de sangre pesada, de sangre pirata. Ya no podía uno darse el gusto de agarrar un humanito cualquiera y sorprenderlo por la espalda para darse un buen trago.

    Para no hacer más largo esto, Lesvat nació poco después de que su madre, Vedra, chupase la sangre de algún neoyorquino extraño y su padre la de algún holandés envuelto en estertores de anfetaminas. Por supuesto que el niño no nació bien, qué pregunta. A primera vista parecía muy normal, de hecho la cosa se puso fea cuando dejó el biberón y su padre lo enseñó a conseguir sangre por sus propios medios.

    Allí estaban, en un callejón de Francia, donde todos son tan liberales que al mirar a un tipo blanco y largo morder por la nuca a algún incauto, hombre o mujer, la imagen fuese de lo más normal. Todo esto para ayudar a Lesvat en su primer mordida.

    Su padre lo miraba desde arriba, sentado en el techo de la casa de ladrillo que servía de pared al callejón. Lesvat esperaba en la sombra, afilándose los colmillos con alguna piedrecilla obsequio del cumpleaños pasado.

    Lento, como si acabase de salir de beberse el bar entero, una joven muy blanca y tan delgada como un fideo se acercó sin precaución al callejón. Quién iba a pensar que en el callejón un joven vampiro la esperaría para succionarle el relleno. Entonces fue cuando la historia se hizo puré. El padre de Lesvat le dio la señal, ella pasó junto al joven vampiro sin percatarse de su presencia, él la rodeó de la cintura con los brazos, descubrió la nuca blanca como llano suizo de la delgadísima joven y encajó sus colmillos justo en el punto que repasó con su padre por días mordiendo patatas (o papas, pues, algún tubérculo). Ella alcanzó a sonrerír de gusto, o de placer, o de embriaguez, seguramente. Quién coño iba a pensar que el buen Lesvat, en su primer cacería, expermientara el caso extrañísimo y opuesto al vampírico habitual, vaciando su propia sangre en el cuello de la muchacha, rellenándola hasta el más ínfimo espacio. Segundos después, explotó.

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  • Hay fiesta en el trece de tranquila privada, la calle pierde sus piedras entre colillas y neumáticos. Son las doce, la noche apenas empieza. Andrea imagina a sus padres bebiendo cócteles en un hotel playero, los padres imaginan a Andrea cenando frente a la tele. Los amigos bailando en la sala no tienen lugar. Por eso se mueven, saltan frente a la cámara y Adriana dispara el flash a los lados conocidos; por eso Juan baila e Inés alza una cerveza, Carlos hace muecas y Noé muerde el cuello de Estela. Y la casa, que en unas horas se llenará de desconocidos, no recordará a los adolescentes borrachos en la alberca. Un poco la mujer que limpia la casa y otro tanto las fotos que Adriana subirá a su blog, vestigios de cualquier viernes.

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  • Fco. Javier Sierra Rueda
    03/02/2007 6:06 pm

    Blanquísima carne que invita a morder.
    Sabor a ti, a cordero indefenso en las garras de la bestia.
    Beber hasta saciarme de juventud y ganas de amarte. Sabor a lágrimas de inocencia que derraman sus secretos para formar una sola tentación al tacto de tus manos contra las mías.Y media vida de indiferencia.
    Puedo respirar un solitario suspiro que no acaba de formarse, porque falta conocimiento en su seno, vacío de tus ojos abismales. Secreto sin rumbo…….., ciego.
    ¿Ves que tu amor no es mentira?.
    Me deseas. Y yo te quiero.

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  • Y yo no podía más que pensar en su cabeza perfectamente redonda, en esa sonrisa de tintes a veces indescifrables. Los pliegues de su suéter dándole forma a su cuerpo como si ella fuese el teatro creado a partir de un telón enorme y largo y azul y con aroma a “hogar”. El hogar como lo entendíamos entonces, cómo si fuese una de las verdades desconocidas e inquebrantables de la física o la filosofía, y que sólo nosotros entendíamos. De nuevo su cabeza formando un círculo perfecto, terso, hermoso y a la vez evocándome la idea de los ciclos. Mi cabello largo entonces cubriendo todo eso cuando nos encontrábamos, nuestras manos, nuestros ojos (o quizá los míos apenas dentro de los suyos). Y yo mordiéndola por su suavidad y ella asustada preguntándome qué hacía: “nada, comiendo”. Y ella contesta que me apure, que ella se pudrirá pronto: “Espero que aguantes al menos hoy”. Se ríe. Ya no recuerdo si reí entonces, sé que ahora no.

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  • TRAICIÓN

    Yo quería besarte especial. Te dije tantas veces que serías mi víctima favorita, tenía muchos planes para nosotros. Me contuve de besarte en la mejilla por tanto tiempo, no quería que mi boca rozara ninguna parte de tu cuerpo ni la tuya, el mío, hasta que…
    Mis mails te describían como sería nuestro primer beso, lento, con mi lengua dirigida pasionalmente por todos los rincones de tu boca, viéndonos profundo a los ojos: un beso sui géneris (cuando esperas con ansias, ese “algo” se vuelve más deseado y a mi me gusta desear profundamente).
    Te perseguía por la universidad esperando el momento mágico, cuando estuvieras sólo atendiéndome a mí, con tu mirada llena de todo lo que soy y de más nada. Tantos semestres alimentando tus ganas y las mías, soñándote frente a mi con los labios húmedos por la larga espera. Realicé mi tarea de cortejo con tanta precisión y entrega, para que tú… impulsivo… ¡venir a besarme así: en el cuello y por detrás!
    Ha muerto un ídolo, mataste nuestra historia, a nuestros hijos sin haber nacido. No hay nada más vil que un beso a la ligera, sin premeditaciones y por la espalda: ¡TRAIDOR!
    Nunca espere esto de ti: ¡púdrete en el infierno!

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  • Nos gustó ser incrédulos: Tú que yo me quedaría y yo que no sería «la penúltima vez en que nos veríamos». Para erradicar la cursilería volvimos a ella. El fondo de la salita no salió en la foto, y el personaje amable y fugaz que se ofreció a tomárnosla, regresó por la misma esquina por la que vino para hacernos caer en la tentación de preguntar: ¿cómo se alejan los que se alejan? Si me contestaras, el simulacro de despedida carecería de sentido, aunque el augurio de tu boca sobre mi cuello, otra vez, borraría de mi ‘espesez mental’ el lugar oculto al que hube de asirme para no olvidar(te)(nos). Para semi-recordarnos, aunque fuera como aquel doblador de esquinas, que geográfico trazaba un plan básico: pisar con su otro pie el espacio siguiente: «forward stepping», en inglés.

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  • Voto por el de Santiago. Capta lo perverso y es original.

    Espejo Espejito

    Espejo espejito. ¿Acaso te sorprende verme después de tanto tiempo?. Y sin embargo, aquí me encuentras.
    Seis meses a un año, dijo el doctor. Y ni la embolia cerebral, ni la deformidad congénita de mis venas; bajo mi calva, me han alcanzado. Ya no me quedan días de esperanza por contar. Tan solo me quedan segundos en las manos, en los labios, en la piel, en el cuerpo.
    Una vez que dejé las pastillas que me hacían reptar por las paredes cual musgo, una vez que dejé la terapia pre-morten, una vez que callé llantos familiares de velorios, una vez que dejé el mañana, me eché a reír. Por verte a ti, espejo espejito. Que vistes de horror cuando te miro, que vistes descolorido cuando me alejo.
    Aquí me encuentras. Comiendo hasta atorarme y amando sin amor. Espejo espejito, seguramente dejarás de verme y probablemente muy pronto. Pero, hasta que ocurra, deberás reflejarme con tu rostro de horror, sin poder voltear tu mirada.

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  • Pinches hermanas mayores

    –Hay que presionar e-x-a-c-t-a-m-e-n-t-e arribita del ombligo, fuerte, fuerte, como queriendo empujar la panza hacia adentro. Caray. Susana, ayúdale a tu hermana, por favor, díle cómo, ¿sí? Ok. ¿Listas? A la de tres. Undostrés. ¿Ves, Martina? Así como hizo tu hermana debes comenzar a practicar si de verdad quieres sacar a tu otra yo.

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  • HAY GUSTOS DE GUSTOS
    Hubo un caso real muy sonado de hace unos años en Alemania, un tipo puso un anuncio en internet para buscar a un hombre que se dejara comer el miembro y participara activamente también: ambos se comerían el miembro del voluntario. Luego del casting y de aprobar a un personaje, se dieron cita y entre ambos efectivamente se lo comieron, estando el tipo vivo y bajo anestesia local…se lo cortó y entre los dos degustaron la comida.
    El voluntario filmó su declaración y un documento donde libraba de cargos legales al alemán que puso el anuncio refiriendo que lo hacía por disposición propia. El voluntario murió desangrado y todo el ritual de alimentación fálica fue filmado con lujo de detalles por los dos y el resto por el alemán mientras el otro fallecía.
    El caso pasó a las autoridades y por más que lo intentaron al tipo no se le pudo acusar de asesinato premeditado, sólo estuvo preso unos pocos años por incitación al suicidio y además se volvió una celebridad.
    Este caso me recuerda al cuento de santiago y viceversa, así que voto por su cuento.
    Saludos

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  • Póngase busa mija

    Como siempre mi jefe no me regañó, sólo me miró por encima del periódico. Yo sé lo que eso significa. Siempre he querido definir el alcance de esa mirada de mi jefe y es hora que mi novio no me entiende cuando le trato de explicar cómo me llegan de profundo esos ojos cuando se clavan en mi.
    Me seguí de largo hasta la cocina.
    Cómo chigaos se me fue a pasar. Tan bruta la escuincla. La foto con mi novio, que de por sí, comiéndome el cuello ya le paraba de punta los pelos a mi madre, la fui a poner frente a mi espejo, claro para verme todos los días hasta hacerme vieja. No es que no lo sepa o se lo imagine pero a los 14 todos fingimos demencia como asegurando entre pensamientos y comentarios a la hora de la comida, de que está cerca de suceder pero todavía no; que en breve pasará pero que es un breve muy largo y ojalá aguante hasta el matrimonio. Y así seguiríamos navegando mi papá, mi mamá y yo a la hora de la comida si no fuera tan bruta la escuincla sabelotodo a los 14 años.
    Y ahora, ¿qué mosca le pico al jefe mami? No sé, pregúntale tú. Mi madre salió rumbo al comedor con la cazuela de arroz sin mirarme siquiera. Regresó por la olla de los frijoles y yo seguía parada en la cocina traduciendo lo que estaba sucediendo con mis jefes.
    Pero ma, que pasa ¿hay algo malo que hice? ¡hay mijita pregúntale a tu padre, no a mi! Así esta desde que salió de tu cuarto; lo único que comentó fue: qué bonita foto puso mija en su espejo, pero ya traía esa cara.
    Subí hecha la mocha por la foto; de bajada me inventé una cara de indignación para ponérsela a papá cuando me reclamara. ¡Un beso en el cuello no tiene nada de malo pa! Pero ay pendeja… cómo chingaos se me fue a pasar; mi jefe me señalaba en la foto los condones que traía en la mano y me decía: hay cosas que su padre sólo debe suponer, póngase busa mija, no rompa las reglas.

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  • Marco A. Velazquez Lozano
    16/02/2007 12:28 pm

    SOY ESPEJO Y ME REFLEJO

    ¡Carajo, siempre creí que los vampiros no se podían reflejar en los espejos!

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  • Inspirado en la idea José Antonio.

    Sobremesa.

    Alegre por haber saciado el hambre, el vampiro tomó el cuerpo de la joven y jugueteó con él, como juega el hombre satisfecho con los guisantes sobrantes en el plato. De nuevo clavó su boca sobre el cuello. Por los orificios recién hechos comenzó a soplar y a succionar su propio aire. Inflaba y desinflaba. Se divertía al ver a la mujer expandirse como globo y contraerse como pasa. Infló, desinfló, infló, desinfló…hasta que el cuerpo no aguantó más y estalló, dejando a su alrededor un reguero de carne seca.

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  • Aminoración de sentencia.

    Su abogada defensor en desesperado plan al ver que el caso se perdía dijo:

    -Su señoría, no es que mi cliente haya actuado de manera dolosa. No se si usted conozca la problemática de los vampiros…Verá, ellos son como los castores, les es necesario estar mordiendo algo para limar sus dientes, de lo contrario estos podían atravesar su mandíbula inferior causandoles graves infecciones e incluso la muerte…y nada mejor que la fibrosidad del músculo esternocleidomastoideo para dicho mal remediar.

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  • -No, suéltame… ¿Qué haces?… déjame. Yo no hice nada, suéltame.
    Está helando… no me dejes aquí… no, no cierres la puerta…no. ¡Hija de puta!

    Todo está oscuro. La luz se apagó al cerrarse la puerta. No puedo ver nada.
    No hay nadie más aquí. ¿y ahora? No voy a aguantar mucho, a cada segundo que pasa mi temperatura disminuye.
    Ni siquiera se que hice. Sólo me arrojaron aquí, no se si saldré pronto, vamos, ni siquiera se si saldré algún día.

    -Mme esttttoy co…co…congelando. Hh hh hh.

    No me puedo dormir. Si me duermo no salgo de esta. Tengo una fina capa de hielo adherida al cuerpo. No se cuanto tiempo ha pasado. Tengo sueño… ¡No! No me puedo dormir. Nunca había sentido tanto frío… tengo mucho sueño…

    Veo una luz, debo estar muriendo. Ahhh calor, ¿es ella? Si, es ella. Creí que me iba a dejar adentro para siempre.
    Ahora frota mi cabeza contra su cuello, no se para que, todo sigue borroso. ¿Será algún tipo de tortura psicológica? Pero yo no he hecho nada.
    El frió va disminuyendo, mi visión se aclara, la capa de hielo va derritiéndose mientras ella sigue calentándome contra su piel.
    A lo lejos se oyen pasos. Ella se detiene, me aparte de sí, sólo entonces veo la marca roja, amoratada en las orillas, contra la que me ha estado friccionando. ¿Será algo contagioso?
    Los pasos se detienen en la puerta. La presión de su mano se hace más fuerte.

    -¿Qué haces con esa cuchara?
    -Nada, iba a lavarla.
    -¿Qué te pasó en el cuello? ¿quién te hizo ese chupetón?
    -Nadie mi amor…

    Forcejean, caigo al suelo. Un golpe seco. Ella cae a mi lado.

    ………………………………………………………………………………………………………………………………….. Nunca había participado en este taller. Me gusta

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  • Y me encontraba allá, sola, gritándole al cielo lo desdichada que me sentía al serme arrebatado el amor de mi vida. Simple, loca, agujereada del estúpido corazón. Buscando algo que sabía no daba reflejos. Allá, a mi lado, su tumba llena de grotescos recuerdos que me hacen pensar en las fantásticas noches que pasé junto a ella. Imbécil –pensé– ¿acaso crees que un vampiro existe?….. ¿Quién diablos te dio semejante idea? Las imágenes de la ciudad blanca segregadas en nuestras venas, personas que te miran con ojos de ira y expiran su alma para no morir fueron suficientes para escapar a ese mundo maravilloso de seres nocturnos. Aún recuerdo los aquelarres que nos divertían en el monte cerca de la hacienda; imaginando que besábamos el ano de Satán, investigando la filosofía de esta vacía vida mientras nos embriagábamos en pasión de besos y alimentábamos el cuerpo con un dulce Xtabentún. ¿Recuerdas? Fue apenas ayer, cuando te acercaste gimiendo las desventuras que tu padre cometió contigo. ¿Yo amor? No me digas que esté a tu lado para ayudarte con esos problemas. ¿Acaso no recuerdas? Somos infinitos, no tenemos alma. No me interesa el mundo de los vivos, sólo me importa encontrarte a mi lado y deambular en las noches por los callejones callados y viejos como las arrugas de la abuela.
    Y ayer mismo, al beberme tus lágrimas, hicimos el pacto: la ficción se volvió realidad. Deambulamos por la playa esperando que alguna de las dos pronunciara la primera palabra. Y sin decirlo, sacaste esa grosera libreta de colores del alba y citaste cánticos que parecían provenir de una historia de Lovecraft. ¡Debiste ver tu cara!, esperando a que me acercara y tocara tu carne, debiste oír tus gemidos, su fuerza al apretar tu vientre.
    –Amor…. acércate un poco más– me dijiste.
    Y de la nada, sacaste esa daga, intentaste cortarme el cuello. Con la misma fuerza que al parecer Dios te imprimió –al igual que el quemó Sodoma–, empuñaste el cuchillo hacia mi seco corazón. Fallaste…desgarrándome la blusa. Haciendo surgir mis senos completamente desprotegidos. Gritaste… al parecer dándote cuenta de tu error… llorando te acercaste, soltando la daga y cogiendo una estúpida cámara. Te hincaste, me rogaste que por favor te matara. Que si en verdad te amaba, te quitaría esa pena que cargas en el corazón.
    — Si en verdad no tengo alma… haz la prueba y clávame esa daga.
    Me besaste los labios, acariciaste brevemente mi seno derecho haciendo que me erizara hasta la médula.
    Todavía no entiendo cómo lo hice. Te volvías, aferrándote al aparato para tomar la foto. Me acerqué dándote un mordisco en el cuello para que sintieras el pescuezo y no pudieras concebir la calidez de la sangre brotando de tu espalda. Tal vez fue instintivo, pero tomaste la foto de ese instante: el momento que deseabas, el momento de morir para vivir.
    Y heme acá, recostada al lado de tu tumba…. Dándome cuenta… que no somos vampiros.

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  • Último recurso

    Laura ladeó la cabeza y abrió la boca. Apretó fuerte su cuaderno y dejó que Víctor le hincara los dientes. Espero el flash. A ver si, por una vez, la fotografía de su curriculum sí resultaba lo suficientemente impactante.

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  • Alberto… yo voto por el de Marco Velázquez. 😉

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  • Yo voto por el de Hernan… Espejo espejito

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  • Voto por David Chávez. Aunque los de Alberto Paz y el de Marco A. Velazquez Lozano me gustan mucho no son tan originales como el de Chávez (lo primero que seguramente se nos ocurrió a todos es la idea del vampiro).
    Saludos a todos y gracias por sus textos!!!

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