Entretanto, aquí en México, mientras la RAE propone reformas ortográficas (incluyendo una «condena» a ciertos usos de la tilde que ha causado mucha risa, pero que muchas personas no notarán debido al desastre de nuestro sistema educativo) y el ser lúgubre se consolida como el nuevo ser cínico, esto:
Una amiga escritora, Gabriela Damián, me contó hace algunas semanas de su disgusto con un profesor que insistía en repetir que «la escritura es masculina». La frase fue dicha ante personas de ambos sexos, con plena convicción, y además en una sesión de taller literario. Las mujeres presentes se indignaron pero el profesor no cedió. Había cosas, decía (resumiendo), que le salían mejor a los hombres.
Hablando de esto, Gabriela y yo recordamos una polémica breve que tuvo lugar en septiembre entre Fernando Escalante Gonzalbo, Héctor Aguilar Camín y Luis González de Alba. El primero notó la disparidad entre el número de textos firmados por mujeres y el de los firmados por hombres en la revista Letras Libres (los primeros eran bastante menos que los segundos en el número que revisó); Aguilar Camín agregó datos del New Yorker, The New Republic y la revista que dirige, Nexos. González de Alba se opuso a la idea de cubrir cuotas de género, que ninguno de los dos articulistas estaba proponiendo, con párrafos como los siguientes:
Los hombres que sobresalen en ballet clásico, los que hacen arreglos florales para fiestas y los diseñadores de modas tienen fama de ser homosexuales. Y casi siempre lo son. Mujeres en levantamiento de pesas son lesbianas. En otros deportes también, no así en tenis ni en clavados. Es que, sencillamente, hay actividades que no atraen a heterosexuales, hombres o mujeres. Y no es aprendizaje. Sin importar régimen ni sistema social, los estadios de futbol están llenos de hombres, como las arenas de box y lucha. O las publicaciones.
¿Y éstas por qué? Porque en la refriega de la política también los hombres suben con más facilidad que las mujeres: es “la guerra por otros medios”. Y las publicaciones son parte del panorama político.
Por supuesto, la afirmación del profesor que mencioné al comienzo me parece una tontería, un signo de machismo y de ignorancia; por supuesto, los argumentos de González de Alba me parecen indefendibles; y por supuesto, no está de más recordar esta cuestión ahora, que ya no es una novedad, porque no lo ha sido nunca. Sigue sucediendo y ha sucedido durante mucho tiempo: con otras palabras, a partir de otros hechos, estas defensas del «sexo» de la escritura son expresiones de los mismos prejuicios de siempre, que en épocas recientes han dado la impresión de fortalecerse (se me ocurre ahora) solamente porque el conservadurismo ha dejado de ser políticamente incorrecto. Igual sucede con la «discusión» ya vieja sobre los huevos de los escritores (y las diferentes palabras que se emplean a veces en lugar de la que se refiere a los testículos). No estaba bien la hipocresía de otros tiempos, que mantenía la desigualdad aunque fingiera ignorarla, pero este machismo alegre de ahora es peor.
Gabriela escribió una nota excelente sobre estas cuestiones en su blog, Pequeños naipes de ópalo. Recomiendo que la lean a ella y a las ideas que propone.
22 comentarios. Dejar nuevo
Información Bitacoras.com…
Valora en Bitacoras.com: Entretanto, aquí en México, mientras la RAE propone reformas ortográficas (incluyendo una “condena” a ciertos usos de la tilde que ha causado mucha risa, pero que muchas personas no notarán debido al desastre de nuest……
[…] This post was mentioned on Twitter by Alberto Chimal, Círculo Lectura Roma. Círculo Lectura Roma said: ¿El sexo de la escritura?: Entretanto, aquí en México, mientras la RAE propone reformas ortográficas (incluyendo… http://bit.ly/biAqMb […]
Mira Alberto, esto de la guerra de los sexos no se acaba, aunque suene pesimista.
Sin embargo, a diferencia tuya, creo que es mejor que ahora existan estas polémicas sobre la mesa. Es similar al ambientalismo. Existen personas que no les importa, pero como es un tema «oficial» se tiene que aceptar. Si no es así, por lo menos se genera más conciencia.
Aunque no lo creas, estas «cuotas de género» son una forma de aceptar la escritura de mujeres, por lo menos mas que en otros tiempos.
¡Saludos!
Gracias por escribir, Damiana.
Y disculpa, pero creo que entendiste lo contrario de lo que yo quería decir. A mí me importa todo esto, me parece muy bien que las polémicas sobre cuestiones de género estén sobre la mesa y quiero ver que la disparidad desaparezca. Lo que me parece mal es el machismo y la forma en la que se ha vuelto aceptable proclamarlo.
Saludos…
Es indignante que tales cosas ocurran ¡en las aulas! Pero, bueno, el texto me hizo recordar este relato de Ana María Shua:
http://books.google.com.mx/books?id=Uf76SuPcPMEC&lpg=PA404&ots=-eXglXmVxw&dq=Ana%20Mar%C3%ADa%20Shua%20porque%20las%20mujeres%20escriben%20mejor%20que%20los%20hombres&pg=PA404#v=onepage&q&f=false
Saludos.
Hola Alberto, yo creo que ese machismo del que que hablas es que hace que las mujeres tengan menos participación en cualquier ámbito —ya sea en letras o deportes— casi siempre tienen impedimentos, ya que los «machos» no aceptan que las mujeres sea iguales a ellos o superiores; sólo hay que ver la presión que tienen las mujeres cuando son jefas en una oficina dónde la mayoría son hombres, en fin, me gusta mucho tu sitio.
Huuy, es tema de no acabar, creo que hoy en día el machismo, además de más arraigado, a tomado tintes más agresivos y más tolerados y hasta celebrados en todas partes.
Cabe mencionar que no sólo es culpa d elos hombres, las mismas mujeres somos poco dadas a reconocer el éxito o méritos de otras mujeres y somos las primeras en decir que seguramente «dio las nalgas» para obtener lo que tiene.
Es un problema complejo que estamos lejos de superar y del cual todos tenemos mil historias que contar.
Concretamente en mi caso es una situación con la que lidio constantemente al ser, prácticamente, la única mujer en mis entrenamientos y, aunque esté mal que lo diga (quizá), mucho mejor que mis compañeros, los cuales, recurren al mecanismo fácil de intentar sobajarme, agredirme verbalmente o ignorarme, lo cual, bueno, a veces es muy cansado, pero no por ello dejaré de hacer lo que me gusta por causa de la mente prejuiciosa e ignorante de algunos.
Lo preocupante es que son hombres jóvenes, siempre se ha achacado a los hombres mayores el ser «machos», pero yo he notado que los chavos son peores.
Édgar, me encanta ese cuento, en general es maravillosa la Shua.
Alberto, ya revisé el artículo de Gabriela y le dejé algún comentario. Lo único que puedo agregar es que en la época presente resulta que cuando alguien (más si es figura pública o aunque sea un poquito conocido) dice o expresa ideas sexistas (y racistas, y homofóbicas y de una vez todo lo que se nos pueda ocurrir) no quiere que se le llame machista, ni sexista ni etcétera.
Jess, en efecto, lo que comentas de los jóvenes creo que precisamente demuestra que este tipo de actitudes siguen tremendamente arraigadas en nuestra cultura. Dé donde les vendrán, si no de sus propios parientes, amigos y supuestos tutores…
Por cierto, olvidé comentar lo de la RAE al principio… pues está extraño, me gustaría saber en qué se basan para hacer esas supresiones. Porque así como está escrito suena como el rey anunciando nuevos decretos.
-En cuanto a el sexo de las actividades según el sexo de sus practicantes más representativos:
¿Cómo está compuesta la población total de escritores? ¿De escritores mexicanos? ¿De escritores mexicanos cuya actividad sea publicable por dichas revistas?
Es raro que alguien sepa hablar con números, pero una teoría sobre la mentada figura del «líder de opinión» decretaría incontestablemente la obligación de saber hacerlo: NO ES VÁLIDO hablar de proporciones (menos alarmar con o alarmarse por ellas) sin hablar sobre cómo se combinan los datos (que puede llevar a cosas como la paradoja de Simpson
).
Yo prefiero soslayar cualquier interpretación de números simplista, cosa que me parece algo saludable.
-En cuanto al machismo:
El machismo no es exclusivamente unidireccional (pero sí lo es mayoritariamente), como de paso menciona Gabriela Damián: muchas mujeres refuerzan los estereotipos a través de la educación que proveen, sea como madres o como maestras. Yo agrego: cuando se educan a sí mismas, porque lo veo de cerca en las recién ingresadas alumnas universitarias que menoscaban con mayor ahínco que los hombres sus facultades de análisis matemático, facultades que no son inferiores en ningún sentido. O piénsese en el díctum impuesto de mujer a niña «a eso no puedes jugar, porque es de niños», y sus etcéteras.
También existen las misma distinciones hacia los hombres, como recuerda Edgar a través del cuento de Shua. No hay que olvidarse de esto.
Uyyy es un tema difícil. Yo no sé si tenga que ver con machismo, pero por ejemplo en una antología de cuentos de autores mexicanos, hay más hombres que mujeres. Y me imagino que buenas cuentistas contemporaneas debe de haber muchas. Los hombres que dicen frases como las de ese profesor pasan a la historia como ridiculos e ignorantes.
¿Hay acaso que recordarle a Luis González de Alba y compañía que las dos grandes escritoras de la era heian están entre las más grandes autoras y autores de la literatura mundial, y justamente, en parte, porque la literatura en japonés que no copiaba a la china era un arte practicado básicamente por las mujeres?
Yo me decanto por la literatura, no por la literatura escrita por hombres o mujeres, aunque en mi lista de gustos personales están muchas escritoras, desde las ya citadas Murasaki Shikibu y Sei Shoganon hasta Sylvia Plath, pasando por Safo y Virginia Woolf. Y que alguien, por favor, le diga a González de Alba que nuestro equivalente de Dante y Shakespeare, (lo digo bajo el riesgo de caer en generalizaciones chafas, pero vale la pena por defender mi punto) se llamaba Juana de Asbaje, y no era hombre.
Como dice Café Tacvba …es cuestión de percepción… Probablemente esta persona piense esto porque hay más escritores famosos que escritoras, lo cual lo lleve a inferir que es una consecuencia de la capacidad masculina para las letras. Lo que probablemente no esté tomando en cuenta es justamente que por machismo no ha habido las mismas oportunidades para los dos géneros. Eso no sólo pasa con la literatura, también con la plástica, el cine (la dirección), la política, la vida pública en general. Acaso la música sea la manifestación más equitativa. Hace unos días veía el programa «Discutamos México» sobre las mujeres precisamente y una artista plástica de cuyo nombre no me puedo acordar ahora, hablaba de las injusticias que perviven en el mercado del arte de nuestros días. Creo que tratar de enumerar las muchas mujeres que han sobresalido en todas las ramas de la historia, la cultura, las artes, es inútil, es admitir un poco la aseveración del profesor machista en cuestión, sin duda la lista de hombres va a ser más larga, pero no creo que se trate de supremacía de talentos sino que hasta hace poco la mujer había sido confinada a la vida privada. Machistas, feministas no se den en la madre entre sí, que en el fondo todos sabemos que el talento y la capacidad no se sitúa en los genitales sino en cerebro y en el corazón de las personas.
Muchas gracias, querido Alberto (ahora me saco el pañuelito blanco a mí misma, porque aparentemente el tema me coloca en un trance tal que cuento la misma anécdota una y otra vez, como ayer, ¡jajaja!).
Como dices, el machismo alegre de ahora es peor. Forma también parte del cinismo contemporáneo que se escuda en la «intolerancia» de los que no estamos dispuestos a dejar pasar –en pos de la pringosa libertad de expresión– estas opiniones que tanto nos hacen retroceder. Otra cosa, derivada de la polémica: pareciera que la discusión queda zanjada con la inclusión del argumento «los hombres (especialmente los escritores) también sufren». Claro que sucede, pero no por las razones a las que los conduce su privilegio social -muchas veces involuntario, si nos ponemos sutiles-. Me parece que es perder el foco y caer en la misma trampa del «a ver quién gana». Me falta desmenuzarlo, pero espero que lo platiquemos, a ver si me aclaro un poco al respecto 🙂
Un abrazote y gracias de nuevo.
El artículo de Luis «Yo soy el 68» González de Alba es, al menos para mí, que alguna vez sostuve a Los días y los años como una gran novela, una terrible desilusión, no sólo por su defensa de un status quo que proviene de ¡la izquierda!, sino por los argumentos balbuceantes que pregona quien se autodenomina uno de los principales divulgadores de la ciencia en México. De nuevo tenemos que preguntar en manos de quien están los medios en nuestra cultura, y si no sería mejor que en nombre de su defendida masculinidad se fueran a pelear alguna guerra.
Yo también soy sexista: pienso que las mujeres están mejor dotadas por la naturaleza para escribir literatura que la mayoría de los hombres. Aquí, con Chimal, escriben mucho mejor las mujeres.
Está comprobado estudio tras estudio: linguísticamente, suelen ser mejores que nosotros. En imaginación y/o abstracción parece que sí les es un poco difícil.
Lo interesante es la paradoja que entrañan estas industrias. Se ha descubierto que las mujeres tienen mejor olfato y capacidad de distinguir sabores que los hombres. Sin embargo, la profesión de somelier sigue siendo un trabajo en donde la gran mayoría son hombres.
¡Qué extraño esta forma de hablar de la literatura como una tarea masculina!
Por dios, todo tipo de arte es un ejercicio más proclive al espíritu femenino.
La guerra de las publicaciones en México sí es política, competitiva y fuera de la lógica del mérito por talento, sino del recelo, la envidia, el ninguneo y el espíritu de capturar el pastel, no de hacerlo crecer.
El conflicto directo es masculino. Sin embargo, el conflicto político o diplomático es por medios indirectos.
Aquí, otra vez, están más dotadas las mujeres para este tipo de conflictos. Y es chistoso, pues, que se hable de esta condición política como de algo masculino.
Todos sabemos que la generación de contemporáneos eran homosexuales casi todos.
Entre las nuevas generaciones de escritores, yo sigo con mucha atención a varias chicas que siento prometen un buen.
Igual o un poco más que los hombres. Incluso, pienso que suelen ser mejor para la opinión o el ensayo que para la narrativa o la poesía.
Y, bueno, el discurso de género es otro invento más de las élites para justificar políticas. Vivimos en una mentira.
Es bien sabido que durante el periodo de entreguerras, las mujeres norteamericanas fumaban, eran libres sexualmente, hacían todo tipo de trabajos, la propaganda era de liberación femenina y demás.
Y todo esto era simplemente porque se necesitaban mujeres en la fuerza del trabajo porque los hombres tenían que irse a matar a las guerras.
Cuando se acabaron las guerras, y había bonanza económica, pero poca población. Lo importante era repoblar Estados Unidos y, por tanto, se cambió el discurso al neoconservadurismo, que todos conocemos, de la década de los cincuenta, que regresó a las mujeres con electrodomésticos a sus casas y que les impuso una vida Betty Croker.
Ahora, que la política es reducir la población, el discurso liberal permea todas las capas de la sociedad, para que haya menos hijos y para que las mujeres se concentren en producir.
Duden de toda teoría en voga.
Casi toda divergencia está manipulada para servir a fines políticos. Racial, económica e incluso de malos contra buenos, terroristas contra gringos, y ahora esta farsa de guerra entre narcos y políticos.
Agradezco mucho los comentarios de todos.
Leyendo, me entero de que el «argumento» de González de Alba tiene sus afinidades con una nueva corriente de moda, el «darwinismo literario», que se explica aquí (entre otros muchos lugares de la red); el autor del artículo, Luis Javier Plata Rosas, anota que alguno de los defensores de esta postura llega a la simpática idea de que la literatura y las artes en general, incluso, son un error evolutivo, sin «utilidad».
Entretanto, algunos colegas incluso menos ilustrados que el autor del artículo al que enlazo siguen obsesionados, según leo, con el poder, la capacidad para la violencia, etcétera; de ellos diría que el ensayista Armando González Torres los describió bien en un libro suyo, ¡Que se mueran los intelectuales!, cuando se refirió a todos los autores que, en el fondo quieren «dejar de leer [y de escribir, por supuesto] para empezar a mandar».
Una pena, en fin, pero por suerte se puede hablar aún y oponerse a todo eso.
Hey, Alberto, 🙂
El arte necesariamente tiene una relación con todos los niveles de nuestra humanidad. Y, principalmente, en su representación a las masas, es pura ingeniería sentimental; como tal es un artefacto que puede ser analizado con los criterios más básicos, en su bestialidad pura.
Por ejemplo, una vez leí un análisis estadístico de novelas rosas. Solía haber dos personajes varones que seguían a una mujer durante la novela: un hombre con recursos y atento, es decir que invertía en la mujer, y otro despreocupado, galán, que mejor anda por la vida ejerciendo una libertad que radica en la posibilidad de estar en muchas camas.
Esto tiene que ver con la llamada estrategia doble de reproducción. Una mujer quiere obtener de un hombre el mejor material genético que pueda (representado por la belleza y madurez de un varón) y una atención o inversión parental del varón (representada por recursos materiales y por el tiempo que dedica a cuidar a su chica, el llamado «es feo, pero muy atento»).
Una mujer de alto nivel de atracción (medido por la proporción caderas-cintura) busca esta dos características en un hombre, y las suele encontrar: el llamado príncipe azul, o el personaje de una telenovela, rico y guapo, que rescata a cenicienta.
Mujeres de atracción baja obtienen, con suerte, un hijo de cualquier varón joven que se animó a tener sexo con ellas por aprendizaje. Estas suelen enseñar a los jóvenes las artes amatorias y criar hijos ajenos.
Mujeres de atracción media (la gran mayoría) suelen aplicar una estrategia doble de apareamiento. Por una parte, se acuestan con los hombres galanes, sin exigirles recursos o inversión en atención o el llamado «amor» como lo experimenta el grueso de la población, mientras que intercambian sexo con hombres no tan galanes, pero que invierten recursos («son atentos», «cariñosos» y dan «pa´l gasto»).
Lo anterior, ser infieles, o tener primero un hijo de otro hombre y luego casarse con el «buena onda», es una estrategia evolutiva exitosa, la común entre muchas mujeres y, por tanto, aparece con mayor frecuencia en las telenovelas y en las novelas rosas.
El mayor ejemplo de la historia: Aquiles y Héctor.
Claro, esto que menciono no es omnicomprensivo, sino una tendencia promedio.
Hay muchas estrategias de apareamiento, y las mujeres, por los costos altos de la maternidad, son más selectivas a la hora de tener sexo.
Los hombres somos más bien básicos. Buenos para entender sistemas, y actuamos usualmente en grupo, siguiendo a un líder o a un grupo de líderes.
Lo cual, si no somos particularmente atractivos, nos da mas posibilidades de tener sexo con una mujer de atracción media rechazada por un varón de alta atracción, ese amigo galán que todos tienen.
Cuando nos comportamos como James Bond (egoísta, solitario y narcisista) es otra historia. Y hay un gran artículo acerca de eso. También es una estrategia atractiva, pero arriesgada. Así suelen ser los artistas. Los escritores consagrados que más admiramos suelen ser así: Egoístas, solitarios y narcisistas. Claro, parte del arte, es fingir la falsa modestia y eliminar enemigos ninguneando. Sobretodo, se suele ignorar a quienes se admira, mientras son desconocidos, pero si son conocidos, se les alaba.
Yo he sido así (narcisista y egoísta) por algún tiempo de mi vida, y sé que no es condición suficiente para hacer una buena pieza de arte.
He leído mucho en mi vida, quizá demasiado.
Pero estas lecturas no puedo compartirlas, me han ayudado mucho con las chicas. 😀
Nos duele aceptarlo, pero la humanidad es una estructura que en fundamento no es diferente a las bestias.
Alejandro Magno recordaba su humanidad, se dice, cada vez que iba al baño o que penetraba la carne de otro ser.
Saludos aburridos,
Leí el artículo de texto. Es malísimo. De alguien que no entiende lo básico del algoritmo evolutivo. La competencia es entre genes, no individuos.
[…] Shared ¿El sexo de la escritura?. […]
Sin duda es un cuento de nunca acabar esta polemica. Lo que si es cierto es que para todo hay gustos. Y cualquier persona sea hombre o mujer puede sobresalir en las letras. Cualquiera puede desarrollar esa creatividad (claro si se lo propone realmente) etc etc. Saludos!
[…] no lo es: actualmente se le equipara con el de un combate cuerpo a cuerpo (o una competencia de atributos masculinos), pero hacerlo sólo es repetir un lugar común: una forma de pretenciosidad que funciona bien en […]