Esta bitácora convoca una vez más a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:
Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen representa un instante de una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están presentes, qué hacen. No se trata de explicar la imagen, ni de escribirle un pie de foto, sino de tomarla como punto de partida para imaginar una historia propia.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción), en los comentarios de esta misma nota.
El o los textos ganadores recibirán un trofeo virtual y serán seleccionados considerando la opinión de quienes decidan opinar. La fecha límite para participar es el 30 de julio. Quedan invitados.
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Valora en Bitacoras.com: Esta bitácora convoca una vez más a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen: (clic para ampliar) Instrucciones: 1) Suponer que esta imagen representa un instante de una historia. 2) Imagi……
LA LLAMADA.
La cafetería estaba cerca de la galería. Pese a todos los cuidados y medidas de seguridad, las botargas proporcionaban diarios videos de las entradas y salidas del personal que allí laboraba.
Johan, enfundado en su traje de vaso de café, esperaba la señal para oprimir el boton que haría explotar el auto. Cuando todos corrieran, por curiosidad o por miedo, la dona dispararía desde su traje, bien oculta, el arma a la cabeza del gerente y el chofer en la moto recogería entonces el paquete tomado del escritorio y llevado a él por el falso cliente.
Se esperaba que nadie lo detuviera al salir por la confusión reinante. Las cámaras enfocarían el auto humeante. En tanto el comprador aguardaba calles abajo. El depósito bancario se haría entonces. La operación duraria apenas 15 segundos.
La llamada esperada entró entoces. Todos estaban en sus puestos. Johan sonrió. Día perfecto.
¡Pero sigan poniendo la cafetera y la caja de donas cerca de la sala del reactor nuclear!
la muchacha que usa la botarga acaba de ver p[asar a su novio besandose con otra por eso esta volteando a ver hacia ese lado de la calle esta llorando mientras baila al ritmo de la musica y sigue repartiendo propaganda .
Nuestro mundo se parece al de ellos, pero no es igual. La temperatura interna, por ejemplo. Al parecer, nuestra piel se debería estar derritiendo, pero no es así. Eso que ellos llaman piel es sólo una pre-capa. La verdadera piel, la de afuera, en realidad nos protege de insultos, empujones, y por supuesto, de los cambios de temperatura. Esa, nuestra coraza, nos permite ser y sentirnos tal cual somos. Podemos expresarnos sin avergonzarnos. Podemos actuar o ser como somos. Y piensan que ellos nos crearon, cuando en realidad, somos nosotros los que los creamos a ellos. Creen que nos ven, pero en realidad se reflejan, quisieran ser como nosotros. Quisieran sentirse libres, pero no pueden. ¿Cómo podrían? Si ya no pueden hacer nada con su apariencia, y vivirán esclavos de ella hasta que mueran. Otra maravillosa diferencia. Nosotros somos eternos, cambiantes, siempre actuales, siempre aceptados, siempre divertidos….siempre libres.
Proscrito
Lo llamó el jefe a la oficina. Después de años como botarga de un tetrapak de leche afuera de esa tienda había sido reemplazado por otra botarga: una de vaso de café del Starbucks de reciente apertura.
¡maldita globalización!,
Vio a ese nueva botarga bailando al ritmo de la música cuando abandonó, llorando por dentro, el lugar al que perteneció durante tanto tiempo. Cuando pasó junto a ella envidió sus curvas y su ritmo al bailar reggaeton y volvió a maldecir para sus adentros. Al llegar a su casa se quitó el disfraz y se miró al espejo. Se contempló por sus cuatro lados y de inmediato se derrumbó y se soltó a llorar sobre la cama, preguntándose: ¿dónde iba a encajar ahora un paralelepípedo en un mundo cada vez más y más … globalizado y… redondo?
Hacía mucho tiempo que las botargas dejado de ser la especie dominante en la tierra, unas escaparon de ella, otras se refugiaron en el centro de esta, otras esperaron pacientes el regreso de sus hermanas y murieron, otras producto del apareamiento de las mismas se resignaron y vivieron una vida común y corriente, por lo menos al margen de los humanos. Lo que si saben es que en el calendario botarga la diosa madre de ellas volverá pronto y cobrará su territorio perdido y se desatara toda su ira e inmisericordia contra aquellos que invadieron y prostituyeron su periodo de paz.
Un día cualquiera
La vida pasa tranquila sobre las calles y en las esquinas de la ciudad. Todo rendía un pulso cotidiano a quienes vienen y van con los ojos atados al suelo, con las manos encajadas en los bolsillos, con las nubes, la tarde, las horas. Todo marchaba como siempre hasta que nos invadieron los hombres dona y las mujeres café instantáneo. Ese día entre las suaves corrientes de aire frío, canibalísticos, casi inhumanos nos empachamos. Afilamos la lengua y comimos hombres dona y bebímos mujeres café instantáneo hasta el hartazgo. Luego regresamos a la misma tranquilidad con la que la vida pasa: las manos en los bolsillos, los ojos atados al suelo; a la espera de que ocurra otro extraordinario suceso.
Siendo muy de mañana, vagaban con sigilo por la ciudad la dulcísima Dona y su amigo el café. La idea era no hacer notar su presencia, en medio de tantos trabajadores y estudiantes sin desayuno.
Durante los últimos meses chatearon largamente por las noches. Estaba segura de haber encontrado a su alma gemela. Con algunas artimañas obtuvo de él la dirección de donde trabaja (se avergonzaba un poco por el que llamaba empleo callejero).
Casi un representante médico, pensó al verlo en su bata blanca y repartiendo muestras de fármacos. Lo abordó con determinación y gracia.
Varias noches después se encontraron en el chat pues luego del desalentador encuentro no había estado de humor.
Él tenía la mejor historia de la que fue testigo desde el interior de su vaso de café. ¡Qué suerte la del repartidor de muestras médicas en la farmacia cercana a su empleo! Una mujer lo había convencido de ser el amor de su vida y le había regalado la mejor muestra de ese intenso sentimiento.
¿El interior de tu vaso de café? Preguntó ella.
Nuestros viajeros errantes, los Sefac y las Sadaesalg así llamados por si mismos al ver su nombre reflejado en la vitrina donde se encontraban, habían descubierto que el lugar donde se encontraban era ciudad de México, desconcertados por los medios de transportes que usaban los humanos, esos seres que por mucho tiempo vieron ir de un lado para otro mientras esperaban inertes en aquella cafetería.
Uno de ellos contemplaba la inmensidad de la calle en la cual habían ido a parar, preguntándose que dirección tomar para encontrar aquel sujeto que los había olvidado fuera en aquella extraña tienda de libros antiguos y por que los había abandonado después de recibir esa extraña llamada, se cuestiono si de verdad quería encontrar a ese sujeto para no ser olvidado o simplemente quería saber porque los humanos siempre tenían tanta prisa siempre, de alguna manera sintió que sus compañeros se preguntaban lo mismo…
No terminó el último cigarro. Ella llegó abriéndose paso entre la ciudad. Él se había marchado.
-Vamos por el desayuno de una vez- dijo el café, -ya comienzo a imaginar personas en las calles-.
Él se deprimía porque el sueño no conseguía. Ella se entristecía porque un vacío la corroía. Una señorita orbicular y rosada con chispas adornada, que todas las mañanas a él lo esperaba.
Z adoraba el baile, siempre había tomado clases y lo hacía realmente bien, pero carecía de nalgas y eso lo acomplejaba demasiado, se había convertido en una obsesión para él, incluso llegó a usar calzones con postizos pero cuando bailaba se le movían; el ejercicio era inútil nada más no había ni músculo ni carnita que desarrollar. Fue con el cirujano plástico, le daba miedo no fuera que le inyectaran sepa Dios qué cosa y quedara como esas artistas con las nalgas podridas y además estaba muy caro. Se deprimió y lloró, pero Dios que todo lo oye y todo lo ve, le concedió el milagro de poder salir de su desventura, cuando vio bailar al doctor Simi su vida se iluminó. Ahora baila disfrazado de taza de café u lo que sea, en donde sea…y nadie le ve las nalgas.
Él trata de explicarle a ella que las cafeteras no son más que mierda que impiden ver la realidad. Ella no le cree. Justo entonces se escucha un disparo hueco, procedente de la finca con cristales, y alguien sale pidiendo ayuda, con la cara ensangrentada y la voz rota por el llanto. Él le dice, abatido, que mire la escena. Ella lo intenta pero, por más esfuerzos que hace, no logra observar nada. Le pregunta si no será él quien se equivoque. Contesta que es probable y dedide apagar la radio donde estaban comentando algo sobre el hambre en el mundo. Se van cogidos de la mano y sonriendo.
CERRADO
Salieron sin problemas Dona, Café, Médico, Vendedor. Sonrientes, estaban listos para reintegrarse a la sociedad. Pero Claudia, la Directora del Centro, comenzó a sentir que le faltaba el aire. No daba un paso sin sentir miedo. No podría vivir fuera del manicomio.
Lo mismo… pero más… terrorífico
Acostumbraba llegar corriendo y derribar sin aviso a las botargas del Dr. Simi mientras bailaban la estridente música afuera de las farmacias de similares. Era un juego extremadamente divertido. De hecho impuso una moda. Sus vídeos en Youtube tenían ya récord de vistas. De pronto un día mientras caminaba tranquilo por la calle vio una botarga de vaso de café afuera de una farmacia de similares bailando frenéticamente al ritmo de la música estridente. Le pareció extraño pero no pudo resistir la tentación y la atropelló sin aviso ni piedad como hacía con las botargas del Dr. Simi. El vaso se abrió con el durísimo golpe contra el suelo y de su interior surgió desnuda ¡una mujer bellísima!. No lo esperaba. No pudo resistir más y la abrazó y besó con pasión desmedida… solamente para percatarse que en lugar de brazos la bella criatura tenía de pronto unos fuertes tentáculos… Y su rostro transformábase en el de un monstruo. Luchó inútilmente por zafarse y mientras era devorado vivo emitiendo gritos de terror por las feroces dentelladas de aquella terrible bestia … un montón de botargas del Dr. Simi ,quienes ya lo rodeaban, reían, aplaudían y bailaban al ritmo de la estridente música.
Mi jaqueca empeoraba y todavía tenía que hacer una Biometría Hemática y dos pruebas de Perfil de Funcionamiento Hepático. Y el estúpido de Jordi que no se callaba. Me saca de quicio, cantando canciones sin sentido y contando todo lo que le sucede. No entiende que ya no tiene 12 años y que no puede andar por la vida así como así. Ya van 3 tubos de ensayo que quebro en el día por su culpa. Lo odio. Tal vez porque no se preocupa por nada. Vive en su mundito. Y todavía tiene el cinismo de inventar sus historias infantiles y venir a contármelas después del receso.
—Sofía, ¿por qué tienes esa cara?, estás así desde que llegué a trabajar aquí. Deberías ver la vida de color de rosa, así como la gigantesca dona que esperaba ansiosa mi salida hace rato.
Es un estúpido. No sé cuándo dejará de inventarse cosas para tratar de hacer reír a la gente.
Era otro de esos días. Cansado. Vertiginoso. Jamás imaginó que estudiar medicina requeriría semejante fuerza de voluntad. Los días le parecían llevaderos gracias a una fantástica coincidencia: todos los días se topaba con una mujer antes de entrar a su turno y al salir. No era muy agraciada, pero de cualquier manera él siempre se había sentido atraído por rasgos muy particulares. En este caso, lo cautivaba lo cerrados que mantenía sus párpados, la extraña ligereza con que caminaba como si se encontrará errante en algún sueño ajeno como personaje de fondo. Sin duda tenía que dirigirse a ella algún día, le parecía algo cansado contemplarla sin más; había algo en ella que invitaba a la aproximación, al encuentro. ¿Qué día podía ser el indicado? El viernes, ese tumultuoso día en que los seres humanos solo quieren tener un desahogo que los libre de su pena diaria. Las condiciones eran favorables, había una reunión de botargas coloridas representando café y donas que le daban un color alegre al ambiente. Además, ante tanto ruido sería más fácil ignorar los propios pensamientos y simplemente actuar. No coincidieron de manera inmediata, como siempre sucedía. El nerviosismo se apoderó de su entusiasmo, y las botargas se transformaban ahora en molestas criaturas que contaminaban el paisaje. De pronto la vislumbró, el nerviosismo se tornó en angustia y la angustia en algo innombrable. Rápidamente tomó un volante que le había entregado una horrenda botarga y escribió algo en él. La tenía ahora a unos pocos centímetros y estiró el brazo para entregárselo. Pasó a lado de él con su acostumbrada ligereza sin siquiera voltear, errante, fantasmal. Él, estático y pasmado, no quitó la vista de lo escrito en el papel: «Te imagino constantemente, te invento, no sea este otro día de ardua especulación «.
Era otro de esos días. Cansado. Vertiginoso. Jamás imaginó que estudiar medicina requeriría semejante fuerza de voluntad. Los días le parecían llevaderos gracias a una fantástica coincidencia: todos los días se topaba con una mujer antes de entrar a su turno y al salir. No era muy agraciada, pero de cualquier manera él siempre se había sentido atraído por rasgos muy particulares. En este caso, lo cautivaba lo cerrados que mantenía sus párpados, la extraña ligereza con que caminaba como si se encontrará errante en algún sueño ajeno como personaje de fondo. Sin duda tenía que dirigirse a ella algún día, le parecía algo cansado contemplarla sin más; había algo en ella que invitaba a la aproximación, al encuentro. ¿Qué día podía ser el indicado? El viernes, ese tumultuoso día en que los seres humanos solo quieren tener un desahogo que los libre de su pena diaria. Las condiciones eran favorables, había una reunión de botargas coloridas representando café y donas que le daban un color alegre al ambiente. Además, ante tanto ruido sería más fácil ignorar los propios pensamientos y simplemente actuar. No coincidieron de manera inmediata, como siempre sucedía. El nerviosismo se apoderó de su entusiasmo, y las botargas se transformaban ahora en molestas criaturas que contaminaban el paisaje. De pronto la vislumbró, el nerviosismo se tornó en angustia y la angustia en algo innombrable. Rápidamente tomó un volante que le había entregado una horrenda botarga y escribió algo en él. La tenía ahora a unos pocos centímetros y estiró el brazo para entregárselo. Pasó a lado de él con su acostumbrada ligereza sin siquiera voltear, errante, fantasmal. Él, estático y pasmado, no quitó la vista de lo escrito en el papel: «Te imagino constantemente, te invento, no sea este otro día de ardua especulación «.
Una disculpa por el doble comentario.
El título es: «Instantes».
Es tan fácil engañar a la gente, simplemente, uso una bata y todos creen que soy médico. Siempre quise ser médico, pero me expulsaron de la facultad al primer semestre; por robar cadáveres de la morgue.
Ah! pero el disfraz es tan satisfactorio, tan real. No como esas botargas de dona y café que pasan a mi lado; nadie creería que son de verdad. A mí me miran con respeto y algunos incluso se acercan a pedirme consejo. Esos son los más divertidos, suelo cargar pastillas de laxante para recetarlas como panacea, básicamente los hago cagarse en los pantalones. Ahí viene una victima, esa chica tiene toda la intención de pedirme algo.
-Disculpe es usted médico- me dice mientras juega con su pelo.
-Sí, lo soy, señorita. Para servirle.
-¿Podría recetarme algo para los colicos menstruales? es que ya no aguanto.
-Claro que sí- inmediatamente busco en mi mochila mi block de recetas falsas y las pastillas de laxante, escribo la receta y le extiendo un par de pastillas- Ten, esto te hará sentir más ligera.
Vaya me faltó el titulo, vamos a llamarlo «Disfraces» y ya está
Nombre es destino
Su nombre era :William Wilson. Sí, William Wilson como el personaje de un cuento de Poe.
Creció con ese estigma y sin saber quién era su padre. Por eso mismo al enterarse del trágico destino del protagonista en el relato de Poe decidió cambiar su nombre a: William «L.» y emigrar a un país de habla hispana intentando con ello evitar a su gemelo mortal, a la sombra según Jung, a su sosías, a su doppelgänger.
Un día caminando por la calle vio a una botarga de vaso de café. Y sintió que la sangre se le helaba al descubrir que esa botarga bailaba su melodía favorita exactamente como él lo haría.
Haciendo caso de un extraño presentimiento la siguió a escondidas hasta su domicilio al finalizar la jornada solamente para descubrir espiando por una ventana que la persona que salía de la botarga era idéntica a él físicamente. Se dio a la tarea de investigarlo en su totalidad y casi muere de espanto cuando se enteró que el nombre de esa persona era: ¡William Wilson!.
Era igual a él en todo, salvo en la voz. Justo como en el relato de Poe. No pudo más. Quiso cambiar esta vez su destino y al día siguiente se presentó a una calle de donde trabajaba la botarga todos los dias, y llegó armado con un rifle de alto alcance . En cuanto vio que la botarga comenzaba a bailar le disparó desde lejos:
-¡Miserable! -gritó con voz ronca por la furia que cada sílaba que pronunciaba parecía atizar-.
¡Miserable! ¡Impostor! ¡Maldito villano! gritó mientras disparaba.
Cuando vio caer fulminada a la botarga sintió un gran dolor interno, como si una espada le atravesara el corazón desde su espalda.
Cayó fulminado y dio la vuelta solamente para descubrirlo a él, empuñando una espada ensangrentada y musitándole al oído una frase en inglés…
Al poco tiempo fue hallado su cuerpo inerte, desangrado en un camino solitario, con la frase
musitada escrita con la punta de la espada en su pecho:
«Wil L… I am Wil, son.»
La tarjeta
No, gracias, de verdad. Esos dos aceptaron sus tarjetas y mírelos ahora: una dona y un café buscando entre los números de emergencia uno que los ayude a ser hombres de nuevo. El cartón que me ofrece podría completar el desayuno con un comensal idéntico al dinosaurio violeta de la televisión, ¿sabe?, y no quiero terminar mis días moviendo la cola para un montón de niños, condenada porque mis brazos de Tiranosaurio rex no podrán siquiera alcanzar el auricular.
Para llevar
En un universo paralelo hay una fila frente a un mini súper para comprar, en este orden, donas y café miniaturas, apenas del tamaño de la palma de una mano.
“Te espero donde siempre”, dijo y luego colgó.
Yo, en el sopor que me causaba escucharle de nuevo, no alcancé a decir palabra. Casi sin pensarlo, metí el teléfono a la bolsa y emprendí el viaje, uno que parecía un sueño o tal vez una pesadilla. Entré al auto y avancé varios kilómetros antes de atascarme en el tránsito. El tiempo pasaba de prisa, podía verlo en el rostro de los demás, podía notarlo en las sombras que tomaban la ciudad. No pude esperar un minuto más y salí del auto, corriendo y saltando autos las últimas cinco calles.
Al llegar busqué en todos los rincones y no pude encontrarle. Pedro, con esa chamarra que nunca se quita, me recibió con una sonrisa cínica y la frase: “se ha marchado, hombre”.
Sentí que el mundo se detuvo. Incluso las botargas callaron su fiesta para mirarme. Me sentí penetrado. No, desahuciado. Ella no volvería, mi última oportunidad se había esfumado.
Obstáculo
La botarga se atravesó cuando tomaba la foto, robando el protagonismo de la escena. Pronto olvidé lo lo que en realidad quise capturar.
LILI
«Love. Heavy organic drugs… This is punk… «¿Qué significa precisamente eso, Lili?
Lili decía muchas incoherencias estando drogada. Ayer decía que, aunque no lo creyéramos, ella tenía un novio increíblemente guapo que se vestía de vaso y salía a la calle, pero sin ser contratado por nadie, mas bien a manera de pasatiempo. -«Como una botarga; pero no del Dr Simi, honey… Es más exactamente un vaso» -¿Un vaso? ¿En la calle? ¿Y que se supone que haga estando así?- pregunté. -«Compone canciones. Mira a la gente y baila. Se esconde y a la vez no; una botarga puede hacer cualquier cosa en casi cualquier lado sin que a nadie le moleste»-contestó.
Maldita sea. Nunca le creímos nada porque siempre le daba por hablar y hablar sin sentido. Siempre creímos que ella tenía bastantes cosas buenas por decir, pero nunca le tomamos importancia y empezamos a creer que estaba loca o necesitaba atención y que por eso contaba tantas historias tontas. Lili era escritora…
Hoy la miré sin saber que estaba muerta. Sin verla a los ojos ni abrazarla como siempre. Hoy no nos contó ningún cuento raro.
…Navegaba en Internet y, como cada domingo, estaba aburrido. Miraba aquí y allá cuando de pronto dos ventanas asaltaron mi pantalla que, cual virus, seguían multiplicando sin darme la posibilidad de cerrarlas: en una había una mujer hermosa de largas trenzas rubias que tocaba varios sintetizadores y cantaba una suerte de melodías dulces/futuristas de tintes melancólicos: era Lili. Al terminar, solamente cerró los ojos y se puso a dormir para siempre: se veía totalmente ahogada en humo, un humo que seguramente provenía de alguno de sus «frascos de dulces», aquellos por los cuales la conocimos, ya que también somos adictos a las drogas psicodélicas.
En la segunda ventana había una foto muy absurda. Una foto donde aparecen un puñado de personas ignorando a un par de locos vestidos de dona y de vaso de café, respectivamente.
¿Quien diablos era Lili en realidad? …¿Una rubia mitómana? …¿Una dona gigante? …¿La novia loca de un esquizofrénico adicto a las emociones fuertes? Lili era escritora y una hermosa mujer. también.
El sindicato de botargas se dividió en células -unas más radicales que otras- el otoño pasado. Esos regordetes doctores lideraban el grupo más violento y pragmático de todos. Se supone que los conflictos comenzaron cuando no muchos sindicalizados los apoyaron en su megamarcha por elevar el sueldo mínimo del botarguero con ventilador, categoría de los agresivos y rechonchos doctores. Dado que casi todos los miembros trabajaban dentro de botargas sencillas, pegadas al cuerpo y sin ventilación, la marcha fue un poco menos que una nanomanifestación.
Hartos de la falta de apoyo y bien ventilados, convocaron así, sin más, a una riña callejera y libre de reglas en contra de cualquier botarga. Los primeros en pagarla, evidentemente, fueron las vacas bailarinas y suaves. La descripción de los hechos relatada por estos bovinos era una misma. Sistemáticamente descendían de una larga vagoneta cuatro doctores calvos, sucios y furiosos y arremetían contra el personal disfrazado. Dicen que en Torreón y San Luis llegaron a meterse a los estadios a violentar mascotas de equipos de futbol.
Las autoridades parecían -¡claro!- coludidas con estas células violentas de anunciantes de medicina. La policía siempre llegaba tarde y los perros detective especializados en peluches varios se perdían entre pistas olfativas sembradas por la misma agencia policiaca. Los sueldos se incrementaron incluso para todos los botargueros que no fuesen esos inclementes doctores por una suerte de prima de riesgo. Este hecho no hizo más que provocar la escalada de violencia y la disminución de botargueros en el país.
El fin del invierno, pese a todo, también conoció el fin de la guerra de los monos -término coloquial que la gente asoció a los enfrentamientos de botargas. Una de las células más pacifistas y bajoperfil decidió ponerle un alto a los médicos salvajes. Se trataba de las confitargas. La glorieta de Insurgentes amaneció fría el día que pactaron ambos grupos para la escaramuza pública. Cientos de doctores similares unos a otros se formaron con disciplina militar de un lado de la plaza y, del otro, una mancha colorida de chocolates, vasos de refresco y cajas de palomitas saltaba y agitaba palos y piedras.
Nadie hubiera imaginado que la revuelta terminaría a minutos de haber comenzado. Nadie hubiese imaginado nada, en realidad. El primero de los doctores botarga se avalanzó sobre un vaso rosa de malteada y lo siguieron unos diez o quince más. Cada quien estaba por sujetar a su cada cual cuando, del primer muégano de botargas que arremetían contra el vaso de malteada, comenzó a escurrir en la plaza un líquido espeso y rosado. Los doctores -de oficio noble nulo- se llevaban las manos de dedos desproporcionados y caricaturescos a su cabeza gigante, Unos gritaban, otros retrocedían temerosos. Cuando se hubieron alejado lo suficiente en un círculo perfecto, dejaron en el centro a un vaso de malteada desangrado, o desmalteado. Se hizo un silencio muy tenso en la plaza. Los doctores retrocedieron en conjunto y un puñado de envases y dulces gigantes levantó con tristeza el cuerpo, sin vida, del vaso de malteada. Nadie nunca dijo más del asunto.
Enamorada
Todos los días la veía pasar apresurada a las 5:32 de la tarde. De regreso del trabajo, según suponía el enamorado desde atrás del mostrador. Amaba el modo en que su cabello caía en el hombro derecho y su bata blanca volaba contra el aire. Pensaba que era un ángel de veloces pasos y dulce mirada.
Pero la muchacha del cabello al hombro nunca entraba a la tienda y a veces era difícil verla pasar. Se aventuró a plantearle al dueño una estrategia de atracción de clientes. “Botargas divertidas que inviten a la tienda”, gritó entusiasmado el enamorado. El dueño aceptó, luego de un rato de súplicas y gráficas de ventas.
El feliz enamorado corrió a la tienda de disfraces donde estaban dos botargas abrazadas. Un gallardo vaso de café sosteniendo el brazo de una regordeta dona rosada. Sin dudarlo, su nuevo uniforme iba a estar rematado con una tapa blanca.
Eran las 4:47 de la tarde y mientras bailaba afuera de la tienda, esperaba emocionado ver pasar a su amada. Vio que a su lado bailaba también la dona rosada de la tienda, por lo que supuso que al dueño le había encantado la idea de las botargas bailarinas.
Cuando la vio venir desde lejos, sintió como sus latidos retumbaban dentro de su caparazón de tela y plástico. Al mismo tiempo, sudaba como marejadas dentro de su mullido traje nuevo. Se adelantó a los hechos y sacó de entre sus cosas una rosa envuelta en celofán. Cuando su veloz amada pasaba frente a la tienda, el enorme vaso de café le cerraba el paso para ofrendarle por primera vez su adoración. No esperaba el ansioso y sudoroso enamorado que su amada de bata blanca viera su flor con desprecio y musitara sin ganas “aléjate naco” con el tono más petulante que había escuchado.
Sin esperarlo siquiera, la regordeta dona se lanzó sobre la mujer de bata blanca y la golpeó hasta dejar una mancha roja en el piso. La gente alrededor miraba espantada y sin poder hacer nada porque no era común ver a una botarga descargando su ira. Cuando alguien reaccionó gritando por ayuda, la ensangrentada dona salió corriendo sin que nadie pudiera darle alcance.
Tres días después encontraron en un callejón a la botarga de la dona rosada; estaba tirada, desinflada y con una pistola en la mano. A su lado izquierdo había un charco de mermelada y bolitas de algodón.
LA ADIVINA TENIA RAZÓN
Ya le digo, ser dona o café no es ninguna aspiración respetable y ningún niño sueña con esto para cuando sea grande. Pero ya ve. Me lo dijo mi adivina: Te vas a casar con una dona. ¿Yo con una dona? No invente. La mandé al diablo. A medida que fui creciendo, me puse redondo. Deja de comer tanta chatarra y te compones, me dijeron. Olvídate del café. Lo hice, pero redondo o más bien lo cilíndrico se me fue acentuando y la cabeza se me hizo plana y blanca. Son las preocupaciones, me dijeron. Yo también tengo un primo con cabeza de cebollín. Nada, mi deformación siguió imperturbable. Un día que fui al baño el agua de la taza se tiñó de un negro espumoso y caliente y me di cuenta que nada podía hacer para revertir el proceso, más que aceptar mi destino. Pero como dicen, al mal tiempo buena cara. Conseguí esta chamba como publicista. Todo mi trabajo consiste en exhibir mi deformidad. Afortunadamente no soy el único. Mi esposa (tenía razón la vieja bruja) es alguien que le pasó lo mismo que a mí. Es la más hermosa dona que he conocido. Bueno, ya nos vamos, tenemos que seguir trabajando. Chao.
Ocho millones de cafés
Soñó que todos sus días se habían fragmentado en millones de apariciones que de pronto lo sorprendían. Después de ver ocho millones de cafés vestidos en diferentes maneras, casi igual número de piezas de pan dulce, tres mujeres, cientos de escotes, guitarras, libros, repartos completos de series de televisión, tres versiones de su padre y dos de su madre, tres niños que no podía terminar de reconocer pero se le parecían, y… Sintió ganas de dormir, y al cabo de unas horas despertó y fue al baño, y desayunó, y volvió a mirar a los ocho millones de cafés y tomó uno fuerte con la mano pues pensó que se le escaparía y se lo tomó. Encontró a una de las tres mujeres, le habló con un poco de desconfianza pero aún así se enamoró. Del mismo modo procedió con todos los demás objetos a su alrededor. Al leer cierto libro de metafísica le fascinaba la idea de que pudiera existir una realidad previa que de algún modo determinara la presente.
Ocho millones de cafés
Soñó que todos sus días se habían fragmentado en millones de apariciones que de pronto lo sorprendían. Después de ver ocho millones de cafés vestidos en diferentes maneras, casi igual número de piezas de pan dulce, tres mujeres, cientos de escotes, guitarras, libros, repartos completos de series de televisión, tres versiones de su padre y dos de su madre, tres niños que no podía terminar de reconocer pero se le parecían, y…
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Sintió ganas de dormir, y al cabo de unas horas despertó y fue al baño, y desayunó, y volvió a mirar a los ocho millones de cafés y tomó uno fuerte con la mano pues pensó que se le escaparía y se lo tomó. Encontró a una de las tres mujeres, le habló con un poco de desconfianza, caminaron y nunca se perdieron. Del mismo modo procedió con las demás personas y los objetos a su alrededor hasta apropiarse por completo de ellos. Al leer cierto libro de metafísica le fascinaba la idea de que pudiera existir una realidad previa que de algún modo determinara la presente.
Rompiendo la rutina.
Era temprano, prácticamente las seis de la mañana, y Francisco miraba a Óscar dormido en sus brazos, desnudo. Estaba muy aburrido de coger en casa de su novio, también estaba harto de ir a la escuela, al trabajo, a visitar a sus padres, a alimentar a su gato, estaba hasta la madre de todo. Miro a su alrededor, como quien mira un sitio por primera vez, y se levantó bruscamente despertando a Óscar, que al sentir el golpe se quejó <>. Francisco no lo miraba, estaba mirando el closet <> Óscar lo miró extrañado <>. Francisco sonreía <>.
La gente en la calle los miraba extrañados; una señora, un médico, un estudiante, la chica del puesto de revistas, la madre que llevaba a su hijo a la escuela, a todos les llamaba la atención esas dos personas que, tomadas de la mano, iban disfrazadas con botargas gigantes de elementos de cafetería.
<> le dijo Francisco a Óscar, y éste rio como quinceañera.
Suena divertido
Pecadores
Ese verano no tenían trabajo. Su bebé necesitaba medicamentos. Sin pensarlo, él y su esposa aceptaron el ofrecimiento del dueño de la cafetería. Él salió esa mañana sin tomar siquiera café. Ella con el estómago vacío. El colmo era que sus personajes anunciaran café y donas. Mientras trabajaban eran observados por personal médico. El calor iba en aumento y al mismo tiempo su enojo. Decidió hacerse justicia por su propia mano y comenzó a gritar: ¡El café quita el sueño! ¡Las donas te engordan!. Y ellos fueron expulsados de El Paraíso.
Si estuvo divertido, me gustó 🙂
AV. REVOLUCIÓN
Las personas pasaban, pasaban y no dejaban de pasar; de sucederde a sí mismas. Las principales avenidas de la ciudad estaban cerradas por los que se disponían a manifestarse. Pasaban los electrcistas, los ingenieros en audio; pasaban los carpinteros, pasaba el cuerpo de albañilería; pasaban los taqueros; pasaban poetas y algunos valientes escritores; pasaba la oleada naranja del cuerpo de barrenderos. Y así seguían pasando los que se incluían en la manifestación. En cada avenida de la ciudad los conciertos estaban por comenzar. La música iba a tomar vida, la poesía sería leída en voz alta; el tiempo iba ser respetado para la hora de la comida y lo más hermoso de todo es que después de cada concierto las calles no iban a quedar sucias. Una manifestación ordenada y limpia, el equilibrio de la resistencia.
Alejandro con su guitarra subió al escenario listo para rocanrolear — ¡NOS QUERÍAN PROHIBIR LAS TOCADAS DE ROCK!
[EPIDEMIA]
La Ciudad de los Antojitos
Nos dijeron que no existían índices de elementos tóxicos en el líquido proveniente del sistema Cutzamala
Eso nos dijeron…
Nos dijeron que un análisis determinó que el olor y sabor a humedad detectado en el agua que abastece el Sistema Cutzamala al Valle de México se debe a la proliferación de algas en la presa de Valle de Bravo
Eso nos dijeron…
Nos dijeron que continuaban dosificando carbón activado en el agua proveniente de la presa Valle de Bravo antes de su ingreso a la planta potabilizadora de «los Berros»
Eso nos dijeron…
Nos dijeron que las dosis seguirían siendo aplicadas durante los próximos dos meses hasta que estuviera establecida la temporada de lluvias y las temperaturas fueran menores
Eso nos dijeron…
Lo que nunca nos dijeron es que al ingerir esas sustancias contenidas en el agua los habitantes se transformarían después de una cierta cantidad acumulada en el cuerpo en aquello que ellos desearan. Así, no es extraño que un transeúnte de improviso se transforme en un vaso de café con extremidades y siga caminando a su domicilio o en una dona antes de ir a la oficina o en un vaso de palomitas antes de entrar al cine.
Otros se vuelven: tacos al pastor, refrescos, hot-dogs, hamburguesas, juguetes, joyas, montones de dinero y los más obscenos hasta en cosas impublicables aquí. El asunto es que la otrora «Ciudad de los Palacios» ya comienza a ser conocida internacionalmente como: la «Ciudad de los Antojitos»
Transformación
Gregorio Samsa se levantó con una tremenda jaqueca. Se echó las manos a lo que debía ser la cabeza pero se dio cuenta de que no tenía. Pensó en su madre que le decía siempre que un un día la perdería. Se preguntó si todo aquello guardaba relación. Pero lo de pensar no se le daba muy bien. Se desmayó. Pasaron horas antes de despertarse. Y lo hizo bañado en café. Poco a poco se fue acostumbrando a su cuerpo. Al principio no salía de casa pero cuando comprendió que lo suyo iba para rato, abandonó el apartamento y se echó a la calle. A partir de entonces vivió y murió como cafetera pero de vez en cuando fantaseaba y en lo más intríseco de su ser hubiera preferido ser un insecto.
Máscaras
Tú dices que lo mío es una máscara, una forma de evadirme de no aceptar la miseria que me rodea.
Con ella llevo una sonrisa perpetua que simula hacerme feliz y hacer feliz a los demás.
Yo digo que lo mío no es una máscara, es un uniforme.
No hay gozo alguno en portarlo, ni es un afán masoquista.
Lo que me cubre de pies a cabeza esconde el sudor y la vergüenza de saber que por el momento no conozco otra manera de ganarme el pan.
JARRO DE AGUA FRÍA
Hace unos meses mi novia se quedó embarazada después de que mantuviésemos relaciones sexuales imaginarias. El médico de planificación familiar me lo advirtió: ten cuidado con tu mente calenturienta. Sin embargo no le hice mucho caso y ahora, Olalla y yo, esperamos gemelos ficticios para el mes de diciembre.
Y ése no es mi único problema, no. Tengo otro que no me lo puedo sacar de la cabeza. Siempre estoy pensando en el sexo. A todas las horas, en todos los sitios, solo atino a vislumbrar pechos, culos, pezones, traseros y pubis. Cuando voy por la calle y reparo en algunas mujeres que caminan por la acera, cierro los ojos y solo veo tías en pelotas. Tanta carne me está friendo la cabeza y la entrepierna. Para superar mi trauma, un ginecólogo amigo mío, me ha propuesto que observe a las mujeres como simples instrumentos, meros objetos carentes de sexualidad.
—Concéntrate Alberto, ¿qué ves ahí?— me pregunta cuando me fijo en una rubia de bandera embutida en una minifalda.
—¡Una tía que está como un tren!
—¡No, Alberto, estás equivocado! Piensa en ella como si fuera una puerta, una silla, un termo, una taza de café o un viejo baúl para que te baje la libido. Cualquier objeto sirve.
—Está bien, veo un vaso y una pajita que…
—¡Para, para, no sigas por ahí! Creo que una mente tan enferma como la tuya no tiene ninguna solución.
Esta es la historia de 3 amigos que les gustaba mucho la música, tenían muchos gustos en común, se conocieron cuando entraron a trabajar a una tienda de comida rápida, ninguno de los 3 estaba conforme con su vida, decían que era muy aburrida, sin emociones fuertes, sin chiste, una vida común así que le pidieron a su jefe un aumento por el miserable sueldo que recibían pero lo único que consiguieron fue que les dieran a cada uno una botarga de donas y cafe para que salieran a la calle a hacer el ridículo y al mismo tiempo promocionar la tienda. Ese era su nuevo empleo, duraron unos cuantos meses haciendo lo que comúnmente hacen las botargas, saludar gente, pero inclusive con todo y botargas sentían que pasaban desapercibidos entre la gente. Un día no les importo la rutina y comenzaron a improvisar, uno de ellos tomo un bote de basura y un palo de escoba otro hacia sonidos con la boca y el tercero comenzó a cantar, pronto la gente se fue acercando a ver su show afuera de la tienda y lograron llamar la atención del público, al jefe del negocio les dio la oportunidad de dejarlos a ver a que punto eran capaces de llegar. El tiempo paso y los 3 chicos siguieron haciendo su show volviendo aquel negocio en un lugar popular en la ciudad.
«Donas y cafe. Un complaciente amanecer.»
Ya iba tarde a mi cita. Ya casi ni me preocupaba el terminar de tallarme el cabello. Cerré la regadera. Las últimas gotas caían así que busque cualquier recipiente para no desperdiciar las posteriores. Me sequé ágilmente para ponerme la ropa ya estando completamente seco. Mis sandalias estaban mojadas, así que tuve que caminar casi brincando por mis pantuflas a mi cuarto. Lo bueno es que estaba a una puerta del baño. Ya no tenia consciencia del tiempo en el que estaba aterrizado, para consecuentemente darme cuenta de que mis uñas se parecian a las de un ogro, de esos de los que no se asean jamás en su vida. La verdad me daban verguenza, hasta parecían encorvarse de la longitud ya alcanzada. Me puse los calcetines. en 20 minutos yo ya tenia que haber salido de mi casa y haber esperado el autobus. Ya solamente terminaba de abrocharme el ultimo boton de mi camisa azul de vestir. !El gel! Ya ni recordaba donde lo había usado por la ultima ocasion. Al fin lo encontré. Estaba tirado a un lado de el canasto de ropa sucia. Creo que ayer también iba a las prisas, como diario. Normalmente me tardo unos 3 minutos con 15 segundos el peinarme, pero hoy no. Hoy tenía ese gallo que no se dejaba. Era una guerra entre el. y mi gel. Ni el moco de un gorila podría calmarlo. Fue entonces que decidí no pelearme más con el. Abrí el cajón ,tomé las tijeras y derribe a mi enemigo diario.
Me miré al espejo. Creo que soy todo un señoron. Hasta me asusto a veces de tanta guapura.
Me fui apresuradamente a ver que había de desayunar. Un cereal es lo más viabe, Pensé. A la hora que es, creo que ni un cereal será pronto de preparar. Bueno, si una persona puede sobrevivir treinta días sin comer nada, yo tambien puedo ayunar tan solo por hoy.
El camión no pasaba. ya eran alrededor de las 9:30 a.m. Volteaba al horizonte constantemente. Quería imaginarme apreciar a lo lejos la silueta rectangular del auto colectivo para quitarme de nerviosismos y saber que ya viene en camino.
Pasaron 3 minutos, (y los estaba contanto con reloj en mano) cuando vi acercarse como chofer mal pagado al conductor del vehiculo que me lleva y me trae, y que ahora más que nunca me llevaba, pero a la condenada fregada ya que era tardísimo.
Mi reunión con la reclutadora de talentos era a las 10:00 a.m. en punto, y a la velocidad que iba el automovilista no iba a llegar ni en 40 minutos. Tomé una decision quiza muy aventurada, pero mas fiable que la de esperar que alguien te conduciera a tu destino a treinta kilometros por hora y con una panza que casi le estorbaba la mirada al frente.
-Aquí me bajo señor. Le dije.
Ni toqué el ultimo escalon. Brinqué al verme ya casi en el suelo. Mi vista estaba de nuevo puesta al horizonte, pero esta vez no esperaba un camión sino que ahora yo iba a dirigirme hacia el punto «B». Y como dice una ley, si quieres llegar brevemente a tu destino de un punto a «A» uno «B», la línea recta es la más clara y veráz. Asi fue. Iba corriendo tal perro entrenado que va tras su presa, un ratero, un secuestrador, en fin, no se porque tanta filosofia, mejor me pongo a seguir mi trote. 9:45 y mi estómago ya empezaba pedir a gritos unos taquitos mínimo. Rugía y rugía. Me faltaban como 35 cuadras, Creo que no lo iba a lograr. Ya me encontraba desesperado. Mientras seguia mi apresurado camino, hacia como que no, pero de reojo ponia atencion a los menus en grande que tenian por fuera los establecimientos de comida que se encontraban paralelas a la avenida. De repente, mientras admiraba uno de una cafetería, me terminé topando con algo que me dejó inconsciente por unos segundos. Sí, eran una dona y un vaso de cafe gigantes. Bueno de mi altura, pero los dos tenian pies y brazos. Me recordó en ese instante las impotentes ganas que tenia de comer algo. Me les quedé viendo fijamente. Eran ya las 10:00. Volteé al puesto. -Me quedo, les dije. Sin entender de lo que le hablaba, me entregaron un folleto lleno de publicidad que decía: «Llevate un café gratis en la compra de dos donas». Mi estómago ganó la apuesta entre el empleo que pude haber concretado y el hambre que ya me perseguía. Al entrar al acojedor lugar, se hallaba enfrente Diana, la anfitriona de mi entrevista.
«Que calor hace aqui por Dios!!, son ya casi las 7pm. el clima es cálido y abajo de estos arboles se esperaba un ambiente ligero pero estas botargas son extremadamente calurosas.»
Recien vimos que iban a abrir un negocio de donas y cafe y lo mejor de todo esque iba a estar cerca de nuestra casa, a mi novia y a mí nos gusto la idea así que decidimos probar haber si podríamos conseguir trabajo en aquel lugar, nos dijieron que trabajaríamos repartiendo bolantes pero usando una botarga, nos pareció divertido así que aceptamos la tarea.
El primer día nos citaron a las 9am. , el día lucía con optimismo y alegría, bueno asi lo percibíamos nosotros así que con entusiasmo nos dirijimos al lugar. El dueño nos recibió con mucha alegría y nos entrego nuestras botargas, se veían padrísimas!! exclamó mi novia. La mía era una botarga en forma de un cafe enorme y a mi novia le habían entregado una dona color rosa que hasta se veía apetitosa por su decorado colorido y muy sobresaliente. Teníamos que repartir los 2000 volantes el día de hoy o nos iban a despedir, pensamos en algun lugar comercial donde transitara mucha gente así que nos fuimos al mero centro de la ciudad, cerca de una compañia vimos que entraba y salia mucha gente de ahí así que nos ubicamos en la esquina del lugar. Empezamos a repartir los volantes , mucha gente los aceptaba pero algunos mejor los hacian bolita y los tiraban y hasta se reian de nuestro vestuario, teníamos que acostumbrarnos a eso porque era común que pasara, el calor era intenso, comenzabamos a sentir un poco de claustrofobia con estos trajes y para nuestra mala suerte no nos esperabamos un fuerte golpe a ambos por dos malditos mocosos que nos arrollaron y que se echaron a la fuga, que mal la estabamos pasando hoy, estabamos sudorosos, sedientos, cansados, nuestras ganas de trabajar habian desaparecido. Ya daban casi las 7pm y nos restaban poco mas de 500 volantes, la impaciencia se hacía clara y no creíamos lograr nuestro trabajo. !Al diablo con esto!,dije con mucha desesperación y avente los volantes al aire, le dije a mi novia ! al carajo ! , larguemonos de aqui, esto apesta y nuestro día termino de esa horrible manera y con un muy mala experiencia.
Tengo el mejor trabajo del mundo. Todos me miran pero nadie me ve.
Tengo el mejor trabajo del mundo. No hace falta hablar y tampoco necesito esuchar.
Tengo el mejor trabajo del mundo. Nada de sonrisas estúpidas y camaradería barata.
Tengo el mejor trabajo del mundo. Tantas tetas, tantos culos, tanta discreción.
Tengo el mejor trabajo del mundo – Seguía repitiendo para sí, hasta que su vejiga no pudo contenerse más y comenzó a desinflarse sin control.
Este trabajo es una mierda. Como todos los demás.
Un día cualquiera
De pronto, el cielo de la ciudad se tiño de gris, y un viento helado comenzó a soplar. Coffee tuvo la impresión de que una tormenta iniciaría, por lo que tomó de la mano a Donut y apresuró el paso. El Universo está lleno de misterios dispuestos a sorprendernos. Avanzaron unas cuantas calles hasta que percibieron un aroma extraño en el aire. Olía a cabello quemado, a carne fresca. Con una sensación de estremecimiento, dieron vuelta en una avenida principal. Era increíble lo que veían. De un vórtice cristalino salían seres humanos. Seres a quienes se consideraba extintos. Seres sobre quienes los que se hablaba en algunos libros de terror.
¿Invasión? ¿Visita? Coffee y Donut no se quedaron a averiguarlo.
No sentía gran cosa. Las lágrimas eran mero trámite para que el descartado en turno se llevara su orgullo en las mejores condiciones pero la situación con Reynaldo se prolongaba de forma innecesaria.
Sus labios maquillados de rojo profundo temblaban. Y qué podía hacer si luego de tres semanas las mariposas habían volado lejos de su estómago y sólo encontraba la mirada gris e idólatra de él, su amor perruno con planes heredados y cabezas bien sentadas.
El clima húmedo parecía el más adecuado para la escena pero Rey no daba las señales adecuadas, parecía que no le iba a permitir escabullirse con el numerito habitual. Comenzaba a enfadarse cuando un perro sin correa se acercó olisqueando la banda donde se encontraban. Se entretuvo un poco en los pies de ambos y se sentó justo en medio de los dos. Su lengua colgaba de lado y miró a uno y otra.
-Yo puedo cumplirles un deseo- les dijo.
Ellos se miraron incrédulos.
-Pero no queremos lo mismo. Susurró Rey con una mueca triste.
El perro sonrió. -Están de suerte: un deseo por persona. Sólo tienen que decir «Sí, quiero» y habrá de cumplirse el más profundo deseo de cada uno.
Ella desconfiaba, le preguntó al perro cuál era la trampa, aquello no podía ser tan fácil: por qué alguien (aún siendo perro) te cumpliría el deseo que le pidieras.
Amablemente le dijo el cuadrúpedo que nadie había hablado de pedir.
-Tú dices «sí, quiero» y se materializará tu más profundo deseo. Sin mayor trámite y a cambio de nada. Ahí ustedes saben si lo dejan pasar.
Se quedaron en silencio. Reynaldo la miraba y ella miraba dentro, muy lejos.
Imaginaba la vida excitante y llena de aventuras peligrosas que siempre soñaba. Una chica Bond: misteriosa, fuerte, sensual y ¡muy deseable! Merecía otra vida.
Suspiraron al unísono y como si lo hubieran ensayado dijeron las palabras.
Fue como si alguien enorme e invisible diera un pellizco a ese momento.
El perro dejó un recado en una pata de la banca y se despidió: Servidos, señores.
Y en la banca quedaron una humeante, aromática taza roja de café y un frasquito gris de crema.
La legión oscura asciende
Vean, contemplen al doctor, a la señorita, al joven, a las botargas. Viviendo tiempo prestado, continúan sus patéticas existencias mientras ignoran la llegada del verdadero poder, nos levantaremos de entre las cenizas de la sociedad y reclamaremos el mundo para nosotros. La era del humano terminó; la era de las casetas telefónicas de Telm*x comienza.
[…] de minificción del mes de julio llega un poco tarde, pero llega al fin: el ganador es el cuento “Enamorada” de Alex, por jugar al mismo tiempo con la premisa fantástica que sugería la imagen y con un […]
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