Concurso #54
Esta bitácora convoca una vez más a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:
Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen ilustra una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están allí, qué hacen.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción), en los comentarios de esta misma nota.
El o los textos ganadores recibirán un trofeo virtual y serán seleccionados considerando la opinión de quienes decidan opinar. La fecha límite para participar es el 24 de mayo.
Quedan invitados…
Etiquetas: Concurso, Minificción
74 comentarios
Está de regreso el concurso de minificción de Las Historias: http://bit.ly/cZoEMP
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RT @albertochimal @Elefanteflaco Está de regreso el concurso de minificción de Las Historias: http://bit.ly/cZoEMP
Lo reconocí de inmediato, Duque estaba ahí como guardián, lástima que no me recuerde, si tan solo no lo hubiera abandonado en la calle por petición de esa maldita mujer, hoy no estaría solo.
Esa debe ser la casa, dijo Lis, Pero no me quiero bajar sola… Ya otra vez estuve por aquí y no se me hace muy seguro… A ver, Rober… y si les llamas?
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Está de regreso el concurso de minificción de Las Historias: http://bit.ly/cZoEMP (vía @albertochimal)
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Probando… es así esto?
Aquí es donde pones tus propuestas para el concurso, Lorena.
?¡Oyeee!… ¿por qué no me dijiste que había perro?… ¡yo no dejaré los gatos allí!…
? ¡Mata al perro guey!… ni modo, ¡usa el silenciador!…
?¿Y cómo le hago pa` que los gatos nos se escamen?… ¡mejor ahí le paramos…
?¡Mira guey yo nomas te digo que la vieja ya se animó a soltar la lana del rescate!, pero apurate porque
nos andan pisando los talones… ¡amarra bien el costal!…te llamo al rato…
Timorato.
Timorato, nada ajeno a la adversidad que cerca su mundo llano, asoma la cabeza y resuelve si es pertinente salir. Recula, es desconfiado. Se percata de que alguien, sigiloso, lo observa. Sin embargo, la vagancia es una agonía incontrolable, así que apela a su buena estrella y a su capacidad para generar compasión y sale a la calle en demanda de su destino.
-Ja, ja, ja, pues la foto está perrona
Es un gusto saberle mejor 🙂
Esperando
Espero a que llegue mi dueño. ¿Soy un ser tonto que sólo espera una caricia? Tantas veces he pensado: estoy atrapada en la falsa eternidad del presente. No me reconozco en el espejo.
Espero. ¿Se verá bien hoy? ¿Dirá algo de cariño? ¿Me amará? ¿Sonreirá cuando salga de la puerta cancel negra y evite a ese perro para subir a mi auto?
Golden Retriever
Me había mudado hacía cinco semanas. Era un barrio con lechería, con bazar; un taxi, una puta… Un barrio como cualquier otro. Un barrio de mierda.
El cartero salía del bar cuando yo salía de casa, de modo que nunca recibí mis cartas por la mañana. Lo veía caminar despacio -era cojo el cartero-. Llamaba en la casa del toldo amarillo y esperaba a que saliera el perro.
-Guau -decía el cartero.
-Guau -decía el Retriever.
El cartero le daba la correspondencia y seguía su camino.
Contemplé la escena cada día. Pensé en un inválido, pero vi a la mujer subida en el alféizar, limpiando los cristales. Pensé en un ciego, pero vi al hombre observando bajo la falda de la mujer que limpiaba los cristales.
Un sábado encontré a la mujer en el bazar. Llevaba en una mano un bote de limpiacristales y en la otra un liguero nuevo.
Le pregunté por el perro.
-Está bien, gracias -me dijo-. ¿Le hizo algo? ¿Lo tuvo esperando?
-No, no -contesté.- Sólo quiero saber por qué siempre abre el perro la puerta.
-Y… -dijo ella-. Echamos a suertes hace ya tiempito. A mi me tocó enseñarle el culo al viejo. Y al pobre Nelson, abrir la puerta.
LA EJECUCIÓN
En este tipo de asuntos lo más importante es la planificación. En el tercer recorrido de reconocimiento frente al domicilio del objetivo, descubrimos un nuevo elemento: dos perros guardianes. Será indispensable neutralizarlos. No podemos perder el elemento sorpresa. Con un gesto de la cabeza le indico al conductor que arranque el auto. Durante el trayecto afino en mi mente los últimos detalles. Más tarde, junto a mis compañeros, afinaremos también los instrumentos de trabajo. Envío un mensaje de texto a mi cliente, informándole que la ejecución tendrá lugar esta noche. Me arrellano en mi asiento y sonrío complacido. Nunca he fallado un encargo y estoy seguro que ésta no será la primera vez. En pocas horas estaremos ejecutando una serenata impecable. No por nada dirijo el mejor mariachi de la ciudad.
Yo no puedo participar en este concurso de minicuento, pero ustedes denle!!! Van con mi bendición: http://bit.ly/cZoEMP
Concurso de minicuento: http://bit.ly/cZoEMP (20 minutes ago from TweetDeck) vía: @raxxie_
VOLTEA
Ella se aleja en el carro con el nombre que le hace falta a esa casa. La puerta a medio bostezo. Pero el animal sale y se estrella contra el relámpago de su olor arrobando un metro cubista.
Ella escucha un ladrido y quisiera bailar encima. Ya va muy delante y el chofer sigue funcionando en esa perdición rebásica.
¿Cómo advertir con el hocico y las cuatro malapatas de El Danzón lo que su olfateo predice a la vuelta de la tarde?
Aúlla, gruñe y se relamenta que ella no sea sólo este olor que le queda en la lengua; entonces va y lo deposita sobre la pelambre de su cachorro.
Luego alza la nariz y sorbe un poquito de sol.
Aclaraciones Golden Retriever, o la «Superficialización de lo ano-dino».
Debo pedir disculpas, creo: Ovidé que en la tierra del Maestro Chimal, ciertos sustantivos implican mayor profundidad que en la trivial Iberia, donde se tiende a banalizar en exceso cualquier curva más al sur de la cadera.
P.
No quiso mirarme. Claro está, después de 20 años ni el perro podría perdonarme.Así que seguí manejando pero ahora, sin rumbo…
Cuando abrieron la puerta, el perro aún estaba ahíñ.
Lo siento, un teclazo. Va de nuevo.
Cuando abrieron la puerta, el perro aún estaba ahí.
Que Perra Vida
Métele carlos métele, ya casi los alcanzamos, mirá ahi están esos hijos de puta, tienen a otro niño y justo lo están subiendo ahora, date vuelta aquí y espera a que se metan para ver el número de la casa. Carajo, carajo!! cómo pueden hacer esto y salir impunes. Carlos y ahora que, ya sabemos quien se llevó a Mildred pero no podemos meternos y ya como si nada, qué hacemos, llamamos a la policía?. Si paty márca del cel y cuando te contesten me muevo para darles más referencias de la casa. Ya entró la llamada carlos bájale bájale…Bueno, hola quiero denunciar a unos secuestradores, están en una casa ubicada en… espera paty cuelga cuelga, pero porqué carlos qué te pasa; que cuelgues te digo. Paty cuelga y carlos sin más se arranca porque ve que de la casa se abre la puerta, con las prisas no cerraron bien y el perro de la casa aprovecha para salir. Carlos al aproximarse dice: Me la voy a rifar, esos culeros se van a ir al infierno y no me voy a esperar más, no apagues el motor. Espérate carlos no mames te van a matar. Me vale madres no me voy a esperar a que me manden una oreja de mi hija. te amo no lo apagues. Carajo carlos cuidate y por favor traeme a mi hija. Al salir del carro carlos, paty toma su celular y se le escucha decir: Está entrando estén listos…
LLAMADME ISMAEL 1.
Llamadme Ismael. Hace unos años, cuando era niño, pasaba las tardes jugando con mis amigos. Cuando no jugábamos futbol, éramos piratas y dirigíamos un corsario por las aguas asfaltadas de nuestras populacheras calles, o nos escondíamos entre coches y baldíos al grito de bote pateado. Tendría diez u once años cuando llegó al barrio el «Palomo», un perro bravísimo que trajo el energúmeno de don Federico. El pedo es que nomás abría tantito su pinche zaguán, el maldito animal salía tendido a morder a quien tuviera enfrente. Le agarramos miedo a la calle y a jugar en ella. Una tarde, Paco pasó frente al detestado portón negro de don Federico, justo en el momento en que el perro estaba escapando. Paco trató de huir, corrió lo más rápido que pudo, pero el perverso animal lo alcanzó. Le mordió la pierna y se agarró a ella tan fuertemente, que tuvieron que separarlo a escobazos. Al Paco le dieron catorce puntadas para contener la hemorragia, pero el desgarre le dejó una cojera tan cabrona, que aun la conserva.
Diez años después de aquel desmadre me encontré con Paco. Los dos chambeamos en la Procu, yo soy policía judicial y él es mando, como ahora es jefe, ya no le podemos decir Paco, sino -por cargo y apellido- Capitán Ahab. Nos volvimos a hacer cuates. Ayer, a medio jalón, me dijo que quería que lo acompañara a saldar una cuentita pendiente y, como a un jefe no se le discute, acá estamos hoy, diez años más viejos y después de chingarnos un cartón y medio de coronas, asechando la casa de don Federico, con la berretta cargada y lista para vaciarla en cuanto ese pinche perro se asome.
LLAMADME ISMAEL 2.
Allí estaba el Palomo. Era el mismo maldito animal que nos hizo la infancia miserable. La misma hilera interminable de colmillos, la misma mirada detestable, el mismo porte de fiera. Estaba tan cerca que, apenas lo vi, compartí el odio del Capitán por ese aborrecible carnicero y lo seguí bien pedero fuera del coche. El capitán cojeando patentemente como para subrayarle a su enemigo la razón de su venganza, se paró frente a la fiera y sonriendo puso en la frente del animal el cañón de su pistola. El perro, moviendo la cola, le lamió la mano.
-¡Eh! ¿Quién chingados eres grandísimo hijo de puta?- Gritó desde dentro un anciano
-¿Don Federico?- interrumpí yo -no se meta viejo, venimos a partirle su madre a este puto animal
-Ja, ja, ja, son más grandes pero no menos pendejos, esta es su cría, el Palomo se murió hace años, ya se la pelaron.
-No importa, de cualquier modo, no fue culpa del Palomo- dijo el capitán antes de vaciar su beretta en el pecho del anciano.
Pues si, resulta que al final del tan platicado túnel de luz estaba Pedro esperándome. -Hola- Le dije, él me contestó con un movimiento de cabeza, se puso al volante del auto y me soltó una aburrida verborrea sobre el bien el mal la globalización y la inseguridad. Total que las cosas no son como nos las platicaron. Por fin llegamos me indicó que pasara a la antesala, ahí me estaban esperando el Bobby, el Pecas, el Tigre y los demás perros de mi infancia.
Aclaración Mi texto para el concurso # 54 está en el numeral 13. Tengo problemas con algunos signos del teclado; entre ellos el guión utilizado para diálogos. Por eso, esta vez empleé guión largo (alt 196) y como ven aparecieron signos de interrogación (¿o no será por la posicion 13? uuuy). Les pido una disculpa. gracias.
EL TRABAJITO
Miguel Antonio Lupián Soto
El día que Ana comenzó a sangrar hormigas blancas por la nariz acudió con Concha, la curandera de la colonia. Te hicieron un trabajito, dijo con voz rasposa. Ana intentó preguntar algo pero Concha se le adelantó frunciendo el ceño y dejando al descubierto sus encías sin dientes. Sígueme. Mientras cruzaban la humilde casa hacia el patio trasero Concha le informó que había sido un buen trabajito pero que ella tenía la solución perfecta y, que ese mismo día, Ana estaría curada. Al llegar al patio trasero Ana no pudo evitar taparse nariz y boca con la palma de su mano. A la izquierda, colgadas de una barda desgajada, jaulas con gallinas negras y blancas. En frente, un pestilente chiquero que albergaba a cinco marranos. Y, a su derecha, siete perros callejeros amarrados a la reja. Escoge uno, ordenó Concha señalando a los perros. En lo que Ana trataba de comprender, Concha sacó un huevo de la jaula de las gallinas negras. Ana eligió a un perro café, macizo, con mirada triste. Le recordaba a Bobby, su labrador de la infancia. Concha lo desamarró y se metieron en un cuartito donde abundaban las figuras divinas. Concha “limpió” a Ana con el huevo, cortó uno de sus negros rizos y le pinchó el pulgar izquierdo. En un molcajete batió todos los elementos hasta lograr una mezcla digerible. Acercó al perro y le hizo beber el contenido. Listo, dijo Concha ante la mirada incrédula de Ana que intentaba decir algo. Una hormiga blanca salió por uno de los ollares del perro. Ahí está tu garantía. Ana pagó y salió de la casa sin saber qué pensar. El perro la siguió hasta la puerta y allí se quedo inmóvil con la mirada fija en Ana viéndola partir. Al día siguiente el perro murió.
Bestiario. El Can Cervecero
Le llamaban Cervecero porque cuidaba la puerta del depósito de cerveza El Hades al que le decíamos así porque aunque no era precisamente el infierno siempre apestaba a diablos. La función del Can Cervecero era no dejar salir sin pagar a los que estaban muertos de borrachos adentro ni dejar entrar a los que quisieran pasarse de vivos y ratearse las chelas.
Un día llegó a trabajar al depósito un tal Heracles quien había pasado muchos trabajos antes de llegar ahí (once para ser exactos). En su primera noche como velador, el Heracles despertó al Teseo que estaba bien dormidote y lo mandó pa su casa pero cuando quiso hacer lo propio con uno al que le decíamos el Piritoo, porque era pirómano, un sacudón de 6.6 grados Richter hizo que el Heracles saliera corriendo y hasta se le bajara la peda, llevándose al Can Cervecero pa acabarla de amolar.
En el barrio circulan desde entonces dos versiones: Unos dicen que Heracles luchó con el can para
llevárselo mientras otros andan contando que éste lo siguió dócilmente. El caso es que el muy Herculero se apañó al perrito y desde entonces El Hades se quedó sin guardián. Todos se metían a robarse las chelas.
La buena noticia es que como corren tiempos electorales la Delegación ya mandó al ejército a cuidar la puerta de El Hades. La mala noticia es que los gendarmes salieron más borrachos que el Teseo y el Piritoo juntos y más rateros que el Heracles. En un fin de semana se han perdido más chelas que en todo el año anterior. La peor noticia es que los gendarmes están armados hasta los dientes. Un monstruo insaciable de infinidad de cabezas disfuncionales ha reemplazado al Can Cervecero… ¡Chale!
SOLOVINO
Miguel Antonio Lupián Soto
Solovino estaba harto de ver fantasmas. No soportaba a las pequeñas criaturas espectrales que por las noches se comían sus croquetas. Le disgustaba de sobremanera el sufrimiento de las almas en pena. Y odiaba, con todo su corazón, la naturalidad con la que la muerte se paseaba por las calles. Por eso, cambió sus ojos por los de un humano. No volvió a ver cosas inexplicables y hasta pudo ver a color. Pero Solovino no reparó en que seguía teniendo sus orejas de perro. Seguía escuchando el chapoteo viscoso, el reptar, el aleteo y el quejido de los seres espectrales. Intentó arrancar sus orejas pero no pudo. Se volvió un ser timorato que hasta el simple sonido del viento lo hacía aullar. Fue entonces que decidió escapar de casa y morder al primer niño que pasara. De esa forma lo pondrían a dormir.
VIDA DE PERROS
Todas las mañanas yendo al trabajo tenía que pasar por esta espantosa vecindad y todas las mañanas estaba ese patético perro, recordándole lo cercano que estaba todavía a esa horrible vida. ¿Sería su karma, como dicen, que el colectivo tuviera que pasar por aquí a fuerzas? Quién sabe. El hecho es que esta visión de la vecindad en medio de otras casas de clase media la sentía como una piedra que lo aplastaba. A lo mejor si la vecindad hubiera estado rodeada de otras vecindades, no hubiera crecido en él esta hambre por pertenecer a las otras casas, a la otra forma de vida en la que los juniors se van en su propio auto al trabajo, tienen quién les haga el desayuno y sus madres son solícitas.
Pero yo ya estoy en camino de alcanzar todo eso, se decía. Para empezar y lo más importante: ¡ya no vivo en la vecindad! Ya no hablo como ñero. Tengo un trabajo decente que me permite rentar mi propio depa, tengo mi ai pod, mi televisión de “jai definishion”, mi ai fon, y ¡soy el único en mi trabajo que lo tiene! ¡Costó una lana, pero vale la pena! Mi carrera pinta bien. Entonces ¿por qué el pasar frente a mi antigua maldita vecindad me revuelve las tripas? ¿Y es que ese perro va a vivir por siempre?
Como todos los días, el perro se asomó a la calle donde se entretenía viendo a los autos pasar. Y como todos los días, con gran parsimonia, se echó atravesado enfrente de la puerta de la vecindad y caviló sobre lo desdichado que tenían que ser los seres humanos, que obstinadamente hacían cola para subirse a un carro lleno de gente, o a un camión en el que verdaderamente parecía que ya no cabía nadie, y sin embargo cabía. Todo el día era lo mismo. Él dormitaba y despertaba y la gente hacía cola, los autos pasaban llenos, los camiones no paraban, la gente tenía mirada de desesperación y otra vez, él dormitaba y despertaba y la gente hacía cola, los autos pasaban llenos, los camiones no paraban… Siempre lo mismo. ¡Pobre gente! pensaba el perro, han de tener un amo muy tiránico donde tienen que correr tanto. Y como todos los días, se felicitó a sí mismo por su buena fortuna.
Hoy te levantaste con sed, muy temprano; con esa sed que te da la incertidumbre de no recordar nada, de ignorarlo todo. De buscar por instinto las cosas, o ¿acaso por condicionamiento? Con sed de ser algo o alguien y jugar a ser el sol o la luna con su trenza de conejo. Esa sed de que te rasquen la panza y lanzar esa mendiga mirada con la que consigues alguna golosina; mientras el olor rancio de una boca desdentada y arcaicamente vetusta, te prodiga la húmeda satisfacción de un coito mañanero. Hoy te levantaste con la sed de algo diferente. Un silbido y corriste al auto, subiste con la alegría de quien espera un día solaz.
–¡Vámonos rápido Paco!, que no nos vaya a seguir. ¡Acelera!
–tranquila, yo lo siento por la abuela…como lo quería.
Aquí nada te parece conocido. Te asomas a la calle y comienzas a hurgar la sed de un retorno, entre olores nauseabundos.
Sonó por tercera vez el timbre. No debí haber abierto otra vez. Estoy seguro que sólo juegan conmigo por mi pobre condición, atrapado como perro. Sé que me vigilan, no estoy imaginando. Se ríen de mí. Pero ya estoy acostumbrado. Volverán a tocar la puerta, volverán a correr. Y yo… yo volveré a abrir la puerta…
DESPUÉS DE INGERIR EL FRASCO COMPLETO DE HIPNÓTICOS ESCUCHÓ LADRAR A LOS PERROS
…entonces abrió bien los ojos, dejó de insistir en acercarse a su viejo perro y miró la hilera inacabable de imágenes y dejó salir un grito y se dio cuenta de que habitaba el espejo de un automotor.
-¡Chinga! creo que se ponchó una llanta.
-¡Ay no! ahora menos vamos a llegar a la junta. Ah, pero querías venirte por tu atajo ¿no? Y ahora ¿qué hacemos?
-Pues bájate y ayúdame
_¿Qué? ¿y si me muerde ese perro?
_¡No muerde!
-¿Que no? ve cómo le ladra al que acaba de pasar. ¡Ni madres! yo no bajo. Mejor esperamos a que pase un taxista y que nos ayude.
-Mira, ahi viene uno, deja le grito. ¡Ey!
[ Hola Alberto, he seguido tu página de cerca y por fin me animé a ser parte de la comunidad de Las Historias, espero no haberlo hecho tan mal. Saludos]
Maestro Chimal:
Es un alivio saberle bien. Quizá es tardío mi mensaje. Siempre postergo lo que más me importa, no sé por qué. Con relación al concurso de este mes, puede que me anticipe, quiero opinar, desde mi perspectiva, cuáles son mis favoritos. Propílogo y la ejecución me parecieron divertidos. De que perra vida me agrado el intento de la vuelta de tuerca para el final. Y, El Trabajito, genera imágenes y un microcosmos misteriosos y es mi favorito.
Sol y Loquio
Sol hablaba mucho; Loquio no hacía ningún ruido. Todos los días era lo mismo: Sol salía temprano (como debe salir el Sol) a trabajar y se despedía hablando hasta por los codos acariciando a Loquio; Loquio no chistaba nada, se dejaba querer y manosear. Al atardecer, Sol (que trabajaba de sol a sol) regresaba y atacaba con su verborrea de nuevo a Loquio, quien la esperaba puntual en la puerta; Loquio se dejaba acariciar y cuando mucho alcanzaba a emitir un complaciente gruñido.Un día Sol se sintió muy mal en su trabajo (quizás por exceso de trabajo) y se desmayó. Cuando despertó, le extrañó estar en casa y no en el trabajo. Escuchó cómo llegaba su auto. Fue corriendo a todo lo que daban sus cuatro patas a la puerta. Del auto bajó Loquio en su cuerpo hablando sin parar. Sol, horrorizada quiso gritar pero solamente pudo articular un gruñido al tiempo que Loquio la acariciaba riendo y hablando sin parar palabras que ella notó horrorizada que no podía comprender…
Las palabras hace tiempo que habian dejado de poseer un valor tangible, real. Habian perdido el misticismo de la comunicación. Sin embargo, existe un rumor que dice que en algún mercado mercado negro, existe un mercader que pagaría: toda la luz envuelta en terciopelo, un torrente inagotable de sueños futuros y dos lunas recubiertas de viento solar; tan solo por una palabra.
Cuentan las lenguas milenarias, que habita en un mundo intangible, etereo, un lugar sin lugar. Que se le ha visto pasearse sobre nubes amarillas de las que llovian flores con sabor a mentira, recorrer las calles mojadas y tristes de Pompeya, emborracharse en una taberna con hagiografos de meretrices… cuentan, que él, habita hace mucho en el silencio, en el suspiro. Que lo puedes ver en el instante del último parpadeo nocturno, antes de entrar al terrorifico mundo de los sueños.
Sin embrago, ella no lo creyó. El mercader, ese absurdo comprador de algo ya sin plusvalía, de algo tan común como la palabra, debia estar ahi, bajo esa desgastada nube, en aquella extraña puerta. Supo que era él, balbuceó, no pudo decir palabra. Él, al ver que ella no tenia palabras para ofrecer, volteo la mirada y comenzó a alejarse.
Nunca nadie creería el tiempo que tengo con este pedazo de plástico amarillento que ya ha perdido casi el color y toda su limpieza. Fue hace dieciseis años, cuando ese mismo día levanté esta barda de ladrillos acomodados uno arriba del otro, junto y abajo. Estaba haciendo mi refugio, mi casa. Esa tarde de domingo caluroso tomaba unas cervezas con mi compadre Gabriel. Quiso el destino que su vida quedara segada ese día en este lugar al sufrir un infarto cardíaco mortal. La ambulancia se lo llevó. Estaba empezando a oscurecer. Envuelto en un suéter viejo chillaba un cachorrito hermoso del que me hice cargo. Cuando salgo a trabajar él cuida la casa y a mi adorado plástico amarillento.
Así les pago
Sólo hay perro en el umbral de la puerta. Yo espero en el auto hasta que los vea entrar. Negociaría con ellos, me mostraría favorable a sus exigencias, pero no llegan. Comienzo a impacientarme, a temer, a llenarme de nervios, a no saber nada de nada. Quiero que las cosas que tengan que pasar, pasen ya. El perro ahí me pone más tenso todavía: estático, no entra ni sale. Yo con un arma en la mano y sin saber utilizarla. No sé si funciona. ¿Para qué chingados quiero una arma? ¿Por qué carajos estoy aquí? La única respuesta que me es posible: salvar mi vida. Definitivamente no puedo pagar lo que debo. O los mato o me matan.
En otras noticias, sigue abierto el concurso de minificción de Las Historias. http://bit.ly/cZoEMP
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BANQUETE
El perro se asomaba por el portón viejo cuando escuchó el silbido de su amo. Adentro, un gordo grasoso y calvo se metía grandes pedazos de carne en la boca. Comía con las manos y sin preocuparse por lo que caía nuevamente al plato.
Firulais se sentó, excitado por el olor, esperando que su amo le aventara un poco de aquello que devoraba con tanta devoción; ladeaba la cabeza, sacaba la lengua y emitía un leve quejido. Se acercaba un poco más.
–¿Quieres? –le dijo mientras movía un hueso con retazos de carne.
Un ladrido recibió por respuesta.
–¡Na! esto es demasiado bueno para ti, Firulais, es pura calidad, cortesía de mi jefe Domínguez.
Y el hombre continuaba retacándose los cachetes hasta compactar más las bolas de alimento.
Firulais descansó por un momento de su posición, casi resignándose, cuando el obeso le gritó nuevamente:
–¡Eah!, Firulais, qué, ¿no quieres comer?
Y el perro nuevamente se sentaba, sacaba la lengua y lo miraba, esperando el premio a su comportamiento.
–Espera un poco más, Firulais, ya casi… ¡Listo! ¡Todo tuyo!
El hombre acomodó una gran cantidad de huesos en una charola mientras Firulais daba vueltas de felicidad y ladraba como loco.
–Aquí tienes… –y le puso el traste en el suelo, todo un banquete para su perro fiel…
–¡Alto! ¡No se mueva! –Gritó un hombre encapuchado que le apuntaba con un rifle automático.
Mientras, otro soldado le retiraba el plato al perro. Lo único que quedaba del cuerpo del carnicero Domínguez.
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Deseos pasajeros.
Ambos asomaban su perfil, ella lo miraba a él, y él miraba el vacío. Can más soñador no ha habido. Ella estaba de acuerdo, por eso en su leve cerrar de boca se esfumaba el rastro de un anhelo efímero: -algún día estaré en tu cuerpo-.
Escuchó los ladridos cerca, estaba hastiado de tanto calor, se sentía herido por un sol que irradiaba todos los infiernos del mundo. La cerveza: paliativo: inútil.Los ladridos más potentes, más violentos, reptantes. Harto. Acalorado. El auto: la vida en el purgatorio. Los ladridos cercanos. Sol rabioso. Cerca, cerca, cerca. Sol. No puede mas. Lo mira por última vez.Lo reconoce. Desvia la mirada. Se lanza contra él.
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Su último reporte a la nave nodriza fue efímero y confuso:
Misión fallida. Visita tierra insegura. Atacado. Láser blanco quemado retina. Enemigo huye vehículo rodante. No hay más. Plan B.
Luego, la bomba nuclear de seguridad en su nave de reconocimiento hizo explosión.
El mensajero
Si ya se han ido, si no tenemos a dónde seguirles: habrá que regresar por donde llegamos, pero, deberíamos, tal vez, entregar primero la disculpa; que sirva un balbuceo incomprensible de consuelo para este perro y nosotros no nos vayamos de aquí con la boca cerrada.
Nunca podré olvidar
Parece que hace mil años que damos vuelta por la zona buscando el lugar, cuando un escalofrío recorre mi espalda, me oprime los muslos: reconozco la casa. Había visto ese trapo inmundo como una mortaja cuando uno de los tipos tiró de mi cabello con brutalidad, para forzarme a entrar.
Y el perro. Tiemblo. Ellos lo azuzaban. Viene a mi memoria su olor inmundo, sus gemidos, su lengua en mi piel lamiéndome el sudor, la sangre, el orín, el semen… Ellos reían. Mierda, ¡cómo reían!
-Aquí es, oficial, acá me violaron.
Recién entonces puedo llorar.
En toda la noche, ni por un minuto, logró conciliar el sueño. Hacía mucho que esos destellos habían cesado de atormentar la quietud de sus días, eran cada vez más vagos y menos frecuentes. Recuerdos que habrían terminado por convertirse en sueños de una vida que tal vez nunca existió.
Pero esa noche fue diferente. Por un momento pudo sentir las frías sábanas de su cama y el ardiente contacto del indefenso cuerpo de Carla, desnuda, acurrucada ahí. Con él. Entonces, recordó.
Mierda.
La luz del sol bañaba ya las calles y sin más, salió de casa. Qué hacer.
En estos tiempos aquello era suculento pero extraño. Quién en su sano juicio dejaría aquel botín tan así, a la vista de todos.En el mercado negro su cotización podría alcanzar grandes cifras, ya me imagino las miradas de los pudientes formados en la fila interminable esperando alcanzar por lo menos unos cuantos gramos de los últimos retazos.
Miré por el retrovisor, y en la calle solo podía sentirse la soledad de aquella visión que por increíble e insólita la hacia más irracional, bajé del auto y con pasos cortos y el cuerpo encorvado me acerque con el gran temor de que aquella figura gloriosa desapareciera como tantas otras cosas en mi vida después de la gran guerra .Comenzo a olfatearme con dulzura y un pequeño gemido me hacía imaginar el movimiento ritmico de su cola aprobando mi presencia, acaricié su cabeza con dulzura rodeando su cuello y esperando el momento preciso hacerme de aquel botín, pero sabia que algo andaba mal al sentir la cuerda oculta entre los pelos y solo ese segundo que duró el golpe secó en mi nuca me bastó para darme cuenta de la situación: estaba ante el siguiente escalón en la evolución del hambre, no les basta la carne, tienen que verme mirarlos en su gran espectaculo siniestro, los pudientes que con billetes en mano escogen la siguiente pieza a sercenar mientras el botín…, mi botín, lame avidamente mi sangre sobre el piso.
RT @albertochimal: Último día para participar en el concurso de minificción de mayo en Las Historias: http://bit.ly/cZoEMP
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Esa es la casa, la hemos vigilado durante semanas, día y noche. Unas veces desde este vehículo, otras de un taxi, un carrito de raspados, un puesto de tamales por la mañana y uno de elotes y esquites los fines de semana, para no levantar sospechas de los vecinos. Míralo, es él. Cada tarde sigue la misma rutina, la puerta se abre, nunca se ve quien lo hace, pareciera estar deshabitada. Asoma la cabeza y observa la calle con un movimiento de izquierda a derecha, permanece un rato con la vista fija hacia la esquina del parque y luego sale. Camina sin prisa, olfateando la hierba, el asfalto, y marcando su territorio de tanto en tanto, pasea entre las bancas y se acerca a uno que otro transeúnte, algunos le dan migajas otros lo ignoran como a cualquier perro callejero. Lo cierto es que cada vez que hemos intentado capturarlo él simplemente se pierde entre los arbustos o desaparece frente a nuestros ojos. Nadie sabe a qué hora, ni por dónde regresa, nadie lo ha visto entrar en la casa. Pero cada día, a la misma hora vuelve a salir. Por eso le dicen el perro fantasma.
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Operativo Socorro
María do Socorro espera en la patrulla mientras el teniente Zé Cachorro está dentro del inmueble ubicado en un barrio de la periferia de la ciudad. Ella logró escapar de esa buhardilla y ahora esta protegida en el interior de un automóvil oficial. Por si fuera poco, un subalterno del teniente la custodia desde otra patrulla, sin embargo ella no logra sentirse del todo a salvo. El teniente ha entrado para hacer las pesquisas correspondientes.
María do Socorro no deja de titiritar de miedo, no es para menos después de los meses de infierno cautiverio, tiempo transcurrido a cuentagotas durante el cual fue forzada a cometer actos de los que nunca se recuperará. Y pensar que unas horas antes todavía estaba dentro de esa pesadilla, hasta que logró escapar y tener la suerte de encontrarse con Zé Cachorro.
Un sobresalto la hace gritar cuando el teniente al abrir la puerta deja a Cerbero asomarse por la puerta. El pánico apoderado de su mente no la ha dejado dudar de lo que un hombre solo puede hacer contra una docena de mafiosos. Tras la puerta que custodia el can ya viene Ze cargado con mercancía de la mejor calidad. María ni sospecha en lo que ha consistido el operativo.
¿Quién podrá ser?
Buenas tardes. Con esta nota se cierra el concurso de minificción de este mes. Pronto aparecerán los resultados. Los lectores, como siempre, pueden recomendar los textos que más les gusten. Saludos y gracias…
El del Can Cervecero me gustó de Ero bien docto, me gustó.
PD: Ya ha cerrado el concurso pero, si me lo permiten, modifico una palabra redundante. Si eso me descalifica, todo bien, participaré en el próximo. Disculpas (escribir on line con el apuro, me traicionó)
Nunca podré olvidar
Parece que hace mil años que damos vuelta por la zona buscando el lugar, cuando un escalofrío recorre mi espalda, me oprime los muslos: reconozco la casa. Había visto ese trapo inmundo como una mortaja cuando uno de los tipos tiró de mi cabello con brutalidad, para forzarme a entrar.
Y el perro. Tiemblo. Ellos lo azuzaban. Viene a mi memoria su intenso olor, sus gemidos, su lengua en mi piel lamiéndome el sudor, la sangre, el orín, el semen… Ellos reían. Mierda, ¡cómo reían!
-Aquí es, oficial, acá me violaron.
Recién entonces puedo llorar.
Ya sé que se acabo el concurso, pero no hay pedo. Alcabo no quiero concursar.
¡Guau! ¡Guau! ¡Guau! Ismael, perro callejero, presente. Concluí la escuela primaria para canes hace más de tres años. Ahora escribo. Soy callejero y escribo sobre las calles, también me gusta orinar y defecar en ellas. Todo acontece afuera, no adentro. Vagando de un lado a otro voy, me gusta ser así: perro de nadie, perro de nada. Perro, al fin. Ladrándole a la vida sigo mi camino. Avanzo y dejo huella. Por aquí, por allá. En semáforos, árboles, llantas. Apenas encuentro un hogar y pronto me despiden. He sido aporreado más que cualquier perro de pelea, pero a mí no me pagan. Soy Ismael, ¡guau!. ¿Puedo pasar?
Hola a todos,
Me gustó el del «El trabajito» de Miguel Lupián.
Hola a todos,
Me gustó el del «El trabajito» de Miguel Lupián.
Todo lo veo a Blanco y negro…!!
Los que más me gustaron fueron el del «Can Cervero» y el de «Solovino»
Buenas tardes a todos. El ganador del concurso de este mes es «Bestiario. El Can Cervercero» de Ero(bien) Docto por su juego, muy ingenioso, con la tradición clásica y la cultura popular mexicana en una historia breve y contundente. Reciben mención «El trabajito» de Miguel Lupián Soto, «Golden retriever» de Propílogo, «Operativo Socorro» de Magay y «Esperando» de Soma.
Muchas gracias a todos los participantes y felicidades a los ganadores. Mañana aparecerá la convocatoria del concurso de junio. Saludos y suerte.
Felicidades a Ero (bien) Docto y a todos los mencionados.
¡Qué buena noticia!. La mala noticia es que aún no regresan al perro. La peor que no hay cómo sacar al ejército del Hades. (Con eso de que son órdenes superiores ¡Chale! 😀
Felicidades a las menciones y a los demás participantes 🙂
Felicidades al docto Sr. Docto y a las menciones; y gracias, Alberto.
Un saludo
P.
Felicidades a Ero(bien) Docto y a los mencionados.
¡Nos vemos en el siguiente concurso!