Este sitio convoca a su concurso #106 de minificción (o microrrelato).
Los interesados en participar pueden comenzar observando la siguiente imagen:
Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen representa un instante de una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están presentes, qué hacen. No se trata de explicar la imagen, ni de escribirle un pie de foto, sino de tomarla como punto de partida para imaginar una historia propia.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción, microrrelato; el nombre es lo de menos), en los comentarios de esta misma nota.
El o los textos ganadores recibirán un trofeo virtual y serán seleccionados considerando la opinión de quienes decidan opinar. La fecha límite para participar es el 29 de enero. Quedan invitados.
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Información Bitacoras.com
Valora en Bitacoras.com: El concurso de minificción para enero de 2015, abierto a cualquier persona interesada.
Blanco pensó que había conquistado a su humano; Amarillo sabía que tendría que estar alerta, pues llegar a él sólo era el comienzo de su agonía compartida. Los hombres le llaman amor.
Entró con su hijo a la casa, éste buscó a su padre y lo vio con las ideas destrozadas. La madre aterrada preguntó -¿qué pasó? – y el niño apenas en un susurro terrorífico dijo -se lo comieron los gatos-.
La nueva visión.
Lo que me motiva a contar esta historia no es que Héctor estuviera con sus gatos ni que mientras Estrella casi se dormía,Bob, el mayor de estos, mirara hacia la pared, sino lo que éste veía:un objeto ovalado, cuyo largo era apróximadamente de un metro, con veinte patas de acero inoxidable y que trepaba la pared mientras hablaba en un idioma que ni Héctor ni los felinos entendían y las consecuencias que su llegada provocó.
El suceso que sin duda será increíble, fue que Bob logró ver que el objeto era rojo.Totalmente rojo, ya no tenía duda. Poder verlo sería muy normal para algunos humanos, pero no para un felino que hasta ese instante, como todos los gatos, sólo había podido percibir el rojo como un gris oscuro.
Parece la mirada de unos gatos la que se encontró al pasar. La austeridad del día lo hacía contemplar e imaginar la vida misma de un animal, sobre la pulsión que lo hacia cada mañana ver el juego y el ronroneo constante de los gatos. Juzgó, contempló, visualizó y abrazó a tantos de ellos. ¡Oh, vida desgraciada que no me dejada descansar, que la vida de un felino quisiera alcanzar.!
Satisfechos, los dos felinos se colocaron sus nuevos trajes. La mendicidad y la época de los ratones flacos eran cosas del pasado.
Javier salió desolado, llevaba semanas sin una buena foto; había mucha competencia. Cuando al fin encuentra la respuesta en su vecina todo se va al traste; no tenía dinero, estaba más jodida que él, se resistió mucho y ahora estaba muy cansado, y al lograr el cometido ¡los malditos gatos! Nunca se apartaron del cuerpo.
La policía se escucho llegar y tuvo que correr. Tiempo perdido… o tal vez no, una noche de aprendizaje. Comenzaba a descubrir que ser fotógrafo de nota roja no es tan difícil, hay atajos.
Este me gustó 🙂
Algo especial
-Tus ojos de gata me harán perder la cabeza.
-Pierde conmigo todo lo que quieras.
-Ronronea para mí. ¿Te atreves a probar algo especial?
-¿Cómo lo que me diste la semana pasada?
-Mejor que eso.
-Sí.
-Abre la boca, saca la lengua, mírame, no dejes de mirarme.
-¿Qué voy a sentir?
-No hables.
-Sabe a pescado.
-Lo sé.
-Te amo.
-Y yo a ti, preciosa, y yo a ti, para siempre.
-No prendas la luz.
-No la he prendido, solo nos alumbran las velas.
-Hay mucha luz… Quiero quitarte la ropa y lamerte todo el cuerpo.
-Haz lo que quieras.
-Te rasguñé, estás sangrando.
-Está bien, al principio pasa eso, después aprenderás a controlarte.
-…
-Lo siento querida, ya no puedo entender lo que dices, pero te amo, eres tan perfecta… ahora eres perfecta.
***
-Tu gata me odia.
-Tonterías. Toma la foto y siéntate a mi lado. ¿Te atreves a probar algo especial?
Le nacieron gatos de las piernas y de los pies, maullidos. Los adoptó y les puso nombre. A los pocos meses, por desesperación, cercenó de su cuerpo a cada gato y uno a uno los echó a la calle. Murió desangrado, en silencio. Ningún gato abandonado le cantó.
TRAPOS SUCIOS
Todavía hoy no comprendo qué pudo fallar. Había pasado semanas dando vueltas a un plan al que no había encontrado ningún cabo suelto. Su ejecución tampoco me planteó ningún problema y nadie fue testigo de la puesta en escena. El traje azul, el que sabía que te pondrías para viajar al congreso con tu secretaria, cuya ayuda te iba a ser imprescindible, me habías asegurado, no revelaba ningún indicio que te permitiera sospechar que había servido de colchón a un par de gatos durante una noche entera. Y cuando el asma te impidiera respirar, yo iba a estar muy lejos, con una coartada perfecta.
Dicen que fue ella la que me denunció. Tal vez subestimé su perspicacia, su gesto altivo cada vez que miraba al triste chófer, confidente y chico de los recados. El mismo que no pudo superar el dolor al leer, tras tantos años de pasión, la nota en la que me avisabas de que en adelante sería ella la encargada de llevar tus camisas a la tintorería.
DESEMPLEADO
Enrique ya no tendría que buscar. Se puso su mejor traje, tratando de causar una buena impresión a sus nuevos patrones.
Duma y el Güero disfrutan de su repentino ascenso en la escala social del departamento. Trepan a su apacible cama, antes prohibida. Además de cómoda, el lecho posee otras ventajas nada despreciables —Enrique se ha tendido cerca de la caja de arena—.
Con el correr de los días, el timbre del teléfono ha dejado de sonar.
*cómodo
Quedó laxo sobre el sillón, en su mente, suspendida en medio de tanta oscuridad, esa mirada vidriosa, amarilla. Engullido por el negro de las pupilas, perdió el conocimiento.
Búsqueda
La buscaba desesperadamente. Sabía que podía necesitarle. Remarcaba una y otra vez su número telefónico, mientras recorría los kilómetros que le faltaban para llegar.
Buscó las llaves, apenas con el tino suficiente. Sus manos temblaban.
La encontró. Había quedado laxa sobre el sillón. En su mente, suspendida en medio de tanta oscuridad, esa mirada vidriosa, amarilla sólo atinaba a dejarse llevar.
Engullido por el negro de las pupilas felinas, que no dejaban de mirarle, perdió el conocimiento.
«¿Quién quiere tener hijos cuando se puede tener gatos?, yo no». Eso era lo que decía el solitario hombre cada vez que alguien le preguntaba por qué no tenía hijos ni esposa.
Y justo después recordaba que era estéril, que no encontró jamás a una mujer que lo quisiera así, o que esos gatos eran su única compañía.
El gato amarillo lo miró como queriendo intimidarlo, y por alguna razón supo con eso que sería su fin.Seguro terminaría como el hombre que se hallaba en el suelo: sin ojos y con los dos felinos encima.Seguro la anciana, psicópata, que era dueña de los gatos, le sacaría los ojos también para luego dárselos a sus mascotas que jugarían con ellos como si fueran bolas de estambre.No conforme con eso, abriría su estómago, lo llenaría con arena para que luego uno de los felinos se metiera poco a poco en él.
Su destino no podía ser más cruel, era muy probable que le cortaran los dedos y que después se los dieran como alimento a esos animales. Era su fin y lo sabía.
«El crimen impune»
El plan de Ramiro era simple: entrar solo por si las dudas, matar a Octavio, su «socio», robarle unos cuantos billetes y largarse con todo y la viuda.Nadie ha dicho jamás que él dentro de sus planes hubiera contemplado a esos gatos, pues nunca se imaginó que las mascotas de la víctima, saldrían a defender a su dueño.
Uno de los felinos le arañó la cara en cuando, después de una amplia pelea, Ramiro empujó a Octavio causando que se golpeara contra un mueble y perdiera el conocimiento.El otro maulló todo lo que pudo para pedir auxilio y le mordió la pierna.Pero sin duda habría sido mejor que no lo hicieran porque con sus actos le daban una gran idea para evadir a la justicia.
Fue inevitable que hubiera un cadáver en esa habitación,Octavio no resistió más de dos minutos.Su victimario salió, no sin antes cortarle los dedos nada más por que se le antojó, quejándose de lo que le hicieron los felinos.La gente lo detuvo y él sólo les decía que los «malditos gatos» tuvieron la culpa.
Cuando la policía llegó al lugar de los hechos, los mininos estaban sobre los restos de su amo con la esperanza de que éste, aún viviera.Ramiro tuvo el descaro de ir también y una de las mascotas, un felino color amarillo, lo miró con todo el odio que le cabía en el cuerpo.
-¿Qué sabe usted de este crimen, señor?-preguntó el comandante.
-Que fueron estos dos.Por eso he denunciado el atentado, ¡tienen que estar alejados de la gente porque son un peligro!-respondió el homicida al tiempo que señalaba a las indefensas criaturas.
-¿Insinúa que esto hermosos gatitos golpearon brutalmente al ahora occiso y que le arrancaron los dedos?
-Se los arrancaron a mordidas.Mire lo que me hicieron, comandante.Se lo podrían hacer a otra persona.
Ramiro le mostró sus heridas y lo convenció de hacerle caso.
-¿Qué cree que sea conveniente hacer?
El hombre no le respondió, sólo miraba al minino amarillo como diciéndole: «Esta vez, les he ganado.»
Postdata.
Querida Luciana:
Te cuento que vivo con dos gatos en su departamento. Sí, has leído bien: su departamento. Poco a poco lo han ido haciendo suyo, en pocas palabras, lo han tomado. El primero en aparecer fue el blanco con manchas negras. Apareció una tarde calurosa de domingo cuando abrí la ventana para que entrara aire, y junto con el aire llegó él. Caminaba lento y con la cola en alto, mirándome como diciendo “Ya llegué”. Y fue extraño porque en cuanto lo vi entrar sentí que ya nos conocíamos de antes, así que por eso no lo saqué y lo dejé quedarse. El segundo apareció la noche del mismo domingo en que llegó el primero. Entre sueños lo pude ver acercarse a mi rostro y olfatearme como buscando algo; estaba tan cerca que podía escuchar su respiración acelerada. Yo estaba medio dormido pero distinguí que era otro gato porque éste era de color café. Era tanto el sueño que tenía que no me cuestioné cómo era que había entrado a mi habitación si la puerta estaba cerrada. Pero bueno, te cuento que primero fue el sillón de la sala donde veía televisión: fueron ocupándolo hasta que me resultó imposible usarlo, ahora solo me queda sentarme en el suelo. Luego exigieron su lugar en la mesa a la hora de comer, querían que lo hiciéramos como toda familia y nos sentáramos juntos, eso sí, en silencio. Un día comenzaron a contestar las llamadas; cada vez que suena el teléfono, rápido corren y presionan el botón del speaker para contestar con una serie de maullidos. Hasta cuando quiero escuchar música debo tener su aprobación: a base de ronroneos me dan a entender si les gusta o no. Las ventanas no puedo cerrarlas porque ellos deben poder entrar y salir a su antojo, si por error las cierro, comienzan a arañar las cortinas; y si es mucha su desesperación por entrar o salir y la ventana está cerrada, en cuanto me ven se me echan encima; pero no pasa nada, ya estoy acostumbrado. Últimamente se han adueñado de mi cama, era el espacio que les faltaba. No puedo dormir ahí porque ellos comienzan a caminar sobre mi, lamerme la cara, arañar las sabanas hasta lograr que me levante y salga del cuarto; entonces cada uno toma su lugar y se duermen tan tranquilos como si nada. Solo de noche es cuando puedo usar el sillón de la sala, para dormir. Y hasta eso, no son tan egoístas: cuando hace frío, me hacen un espacio en la cama para que duerma con ellos. En fin, no es tan malo como pudiera parecer, uno termina por acostumbrarse a vivir con ellos.
Saludos a los niños.
P.D. Te anexo una foto de mis dos gatos para que los conozcas. El blanco con manchas negras se llama Pasado, y el café de ojos verde que te mira fijamente se llama Futuro.
Crimen pasional.
Recuerdo con alegría el día en que Ricardo y yo adoptamos a los tiernos gatitos, decia con lagrimas al oficial de policia; los habíamos encontrado justo antes de ser atropellados y decidimos traerlos a casa.
Los trataba como a mis propios hijos, ya que había decidido no tenerlos, me faltaba el instinto maternal. Pero, ellos eran distintos. Los amaba como a mi vida, sólo había un detalle, Ricardo no era de su agrado.
El día de nuestro aniversario, Ricardo dijo que me necesitaba fuera de casa, que no volviera hasta tarde, según él, tenía una sorpresa para mí.
Por la noche, llegué muy emocionada a casa. Apagué el motor de mi automóvil y me acerqué a la puerta, escuché un maullido que bien podría haber sido un grito de guerra.
Al entrar, encontré a los gatos sobre el cuerpo frío de Ricardo, el amarillo me miró, con ternura en sus ojos mientras engullía lo que quedaba del corazón de mi marido.
Aun sobre el cadáver, los gatos se relamen los bigotes. No fue dificil atrapar y engullir de un bocado la palomita que emergió del cuerpo a la hora de expirar. El resto….solo es cuestión de tiempo.
Tiernos Gatitos.
Aun sobre el cadáver,los gatos se relamen los bigotes.No fue dificil atrapar y engullir de un bocado la palomita que emergió del cuerpo a la hora de expirar. El resto…es solo cuestión de tiempo.
Las mil y una vidas de Agueda.
Mi vida puede resumirse en una palabra: muerte. He perseguido a la muerte por cientos de años. Aunque, siendo sincero, en realidad a quien he perseguido es a mi bella, tierna y maravillosa Águeda, una mujer fuerte y sensual que conocí hace algunas centurias, y que por trastadas viles del destino no hemos podido estar juntos.
Portugal, Guatemala, España, Croacia e infinidad de tierras han conocido el esplendor de su presencia, la calidez de su mirada, la dulzura de su rostro y la sensualidad de todo su ser que huye en cuanto percibe mi sombra.
Se arremolina en situaciones accidentadas, busca su final cuando aún no está señalado. Se esconde de mí. Muere, resurge y vuelve a vivir. Pero en el instante en el que encuentra rastros que delatan mi existencia se deja posesionar por el terror, se aleja y busca la muerte.
Con tantas vidas que hemos jugado, ha aprendido a transformarse. Ahora convertida en una apacible y tierna felina cree que se ha librado de mí. Sin embargo la conozco mucho más de lo que se imagina. La observo en cada vida. Analizo todo lo que aprende. Ella sólo huye, no me da una sola oportunidad.
Confieso que me encuentro más enamorado que nunca. Su ingenuidad resalta el ángel que la acaricia día a día. La torpeza de su ronronear, la agudeza de su vista la tiene fascinada. Todo el tiempo duerme, acaso se sube a los muebles a retozar.
Duerme mi pequeña que ahora estoy más cerca de ti. Y como cualquier gato me gusta jugar: Desconoces si poseo cuerpo peludo igual al tuyo y me acurruco a tu lado, o si poseo manos y puedo ahora tenerte en mi regazo…
Reflexiones felinas
Desde luego, no echamos de menos a Sócrates. No podíamos aguantar sus maullidos. Era insoportable. Casi nos alegramos el día que se esfumó. Sin embargo, hay algo raro en su desaparición. Nuestro amo no parece echarle de menos. Tampoco se mostró preocupado por la desaparición de Rama, dos meses atrás, ni por la de Thor, hace tres semanas. Rama, Thor y Sócrates. Tres camaradas desaparecidos. Ya sólo quedamos nosotros dos. Hay algo que nos inquieta. Nuestro amo parece que nos sigue queriendo como siempre. Se deleita tocándonos. Nos acaricia. A veces, le sorprendemos observándonos. Nos mira de la misma manera que nosotros miramos a los ratones.
Por fin, los felinos habíamos tomado el control del mundo.
Camaleónico
La bola se deslizó sobre el pasillo casi sin rotar como cuchillo sobre la mantequilla.
—¡Chuza! —grité alzando los brazos, las multitudes aplaudían. Jorge frunció el ceño y comenzó a llorar, ¡diablos!, siempre quiere arreglar todo con llanto y la abuela que se traga todas las tretas de ese farsante. Recogí los pinos, consciente de que en cualquier momento la abuela aparecería por el pasillo.
—Ernesto, ¿qué le haces a Jorge?
—Nada abuela, el tonto apuesta y después no sabe qué hacer para pagar —dije sin mirarla, me tumbé de panza para buscar la bola bajo los muebles.
—¿Qué te ha dicho tu madre Ernesto?, Jorge es más pequeño que tú y siempre lo provocas.
La bola estaba debajo el sillón, me deslice como una serpiente y la atrapé entre mis fauces listo para devorarla. La abuela me cogió por los pies e impidió que la aniquilara.
—Mírame cuando te hablo jovencito —la serpiente se retorcía entre las garras de la abuela.
Jorge reía y aplaudía.
Plinio y Marabunta entraron al cuarto, pendiendo del hocico de Marabunta un ratón (¡esos gatos son geniales!); la abuela comenzó a gritar y patalear y de un brincó llegó al sillón. Jorge se desternillaba de risa y yo me transformé en un gigantesco tiranosaurio y perseguí a esos bribones para arrebatarles la presa.
Tríos interruptos
Esto es insostenible. Siempre se ha dicho que una relación es un encuentro íntimo, físico y emocional entre dos. Pero a Ágatha, sólo le gusta explorar distintas maneras de ensayar nuevos ronroneos, ignorando que su mal disimular la delató cuando comenzó a fantasear con el mísero ratón de la vecina. ¡Pero qué vecina!
Conversaciones
Un terrible dolor de cabeza. Dos aspirinas y un vaso de agua. Los efectos del analgésico consiguen desvanecer por un breve tiempo la jaqueca. Un trago de whisky hubiera sido más efectivo. No comprendo cómo estoy en el suelo, totalmente desmadejado pero con la conciencia intacta. En un instante me enfrasque en una conversación larga. Confieso que a medianoche este asunto puede parecer fantástico. Me di cuenta que uno era bastante sensible, demasiado nervioso e impresionable. El otro se definía a sí mismo como un fracasado pues vivía en las calles. Afuera, la ciudad continuaba silenciosa y vacía. Salvo nuestras voces que subían de tono y de agravios. Finalmente, un jadeo imperceptible me llevo al mundo de las sombras y de la apoplejía, mientras el segundo se sumió en el artificio del sueño y el tercero se maldecía por haber perdido, tan pronto, su único refugio.
Yo sabía que algo estaba mal. Desde que aquellos «inocentes gatos» llegaron a mi casa no pude conciliar el sueño.
Se llamaban Edgar y Philip, esa fue la última cosa en la que tuve control en casa. En el día eran felinos comunes y corrientes, de noche maullaban de manera similar a un grito.
La noche número trece ya no pude más. Tomé el bate y me decidí a matarlos.
Cuando me sintieron cerca brincaron hacia mi cara y me llevaron hasta el borde de la ventana.
Caí, inevitablemente. Ellos habían ganado.
Puede que los humanos hayan olvidado que los políticos son ratas disfrazadas, pero no Amarillo y Blanco.
La gente estaba horrorizada, los gatos, satisfechos.
SUS BESOS
Se ve enfermo. La palidez de su piel es alarmante, sin embargo, sus piernas están calientes. Ronroneo con placer al sentir su mano en mi pelaje. Con enojo oigo como entran en la casa. Ruby lanza un bufido y él la tranquliza con una caricia.
Huelo las rosas de ella y él, el humano cariñoso que nos acaricia suavemente, se levanta con prisa a recibirla con un beso pegajoso.
La miramos. No nos agrada.
Nos mira. No le agradamos.
Él se vuelve a sentar y Ruby reclama su regazo mientras yo vuelvo a sus piernas.
-Querido, deja a los gatos, no me vas a dar otro beso? – le dice ella con un mohin irritante en sus exuberantes labios.
Le gruño y Ruby se eriza. Podemos oler el veneno que le da en cada uno de sus besos demoniacos. Podemos ver su cola, podemos ver sus alas rotas. Un beso más y sera su fin.
-Un beso más, querido, y te dejare descansar… – Nos mira y se estudia las uñas color sangre con atención. Con una sonrisa deslumbrante se inclina hacia nosotros.-…con tus gatos.
Él sonríe.
– ¡Miau!
– …
– ¡Miau!
– Te digo, ¡ya no sé que hacer!, el humano sigue maullando a pesar de que ya lo tumbamos, inmovilizamos y demostramos nuestra superioridad.
– Haz lo que yo, duérmete, verás que fácil es ignorarlo.
-Miau mi nombre es Haru que alguien me ayude llevo 3 días sin comer, la bolsa esta sobre aquel mueble y mi amo no ha salido de su habitación y Tanobias se quedo dormido desde hace 2 días y es raro pero su pelaje rubio se hace cada ves mas opaco y y apesta cada ves mas al perro de al lado.
DÍA 4
-Miau , ya estoy muy delgadito y mi caja de arena esta muuyyy sucia , no podía aguantar mas y me hice en la alfombra espero que mi amo no se moleste . Tanobias aun no despierta y un grupo de moscas se ha posado sobre el ,trato de aullentarlas pero siempre vuelven . Por cierto he encontrado un tubo largo y frió tal ves esto me lleve a donde mi amo .
DÍA 5
-Miau por fin encontré la habitación de mi amo esta sobre la cama y a su lado una foto antigua de Tanobias y yo sobre sus piernas jeje, esta algo frió y con las muñecas llenas de un color rojo y viscoso. Me quedare con el hasta que despierte y me alimente. También e dejado un rastro de mis necesidades para que Tanobias llegue pronto con nosotros , espero que llegue pronto porque tengo mucho miedo.
-Ay mire usted señor, que somos pobres pero honradas-evita mirada, se muerde los labios, esconde las manos tras el suéter doña Lupe.
-Pobre Cleo-suspira Josefa-.Mire usted que no soy de chismes pero la pobre viejecita siempre andaba sola.Sus hijos ni sus luces, que mire usted ni para las posadas vinieron y con lo bonitas que se ponen-saca pañuelo, limpia nariz, se rasca los ojos doña Josefa.
-Bien que me decía mamá-carraspea Lupe-no hagas cosas buenas que parezcan malas, pero la puerta no abría. Dígame usted por donde más sino la ventana.-se truena los dedos, mira el piso, mira el cielo, se incomoda doña Lupe.
-Ya le dije señorita, no esta en problemas. Dígame na mas ¿qué paso?-saca libreta, saca lápiz, la ojea de cabo a rabo el oficial Matute.
-La pobre Cleo-llora Josefa-.Tan cieguita la pobre, tan sola la pobre…na mas con todos sus gatos y Ay! los gatos.-saca pañuelos, se cubre los ojos, se pone a recordar, se suelta a llorar Josefa.
-Entramos, como ya le dije por la ventana-abraza a Josefa-.Yo creo que ni las manos metió y mire usted que siempre bromeábamos con que un día tanto gato se la iba a comer..
Y los gatos se comieron al diputado, por aquello que sabía a rata.
Nuestras almas estaban destinadas a volver a encontrarse, jamás pensé que con garras y maullidos nos amaramos más.
El cadáver de Alberto Chimal.
Odio a los gatos, siempre deben de estar donde estoy haciendo mi trabajo. La semana pasada casi me atrapan por culpa de un siamés que no dejaba de llorarle a su anciana ama, lo bueno que su anciano esposo tenía el sueño pesado, ¿o acaso se hallaba muerto?, ¡JA!, había muerto antes que ella y por causas naturales; No puedo evitar reírme por la ironía. Alcancé al siamés y le retorcí el pescuezo como si exprimiera una toalla, solo dio un ligero ronroneo. Mi madre siempre se burla sobre esto, me dice incompetente y que me estoy volviendo loco, me amenaza con mandar a mi hermano a que sea él el que realice el trabajo sucio; ese marica, ni siquiera puede ver su propia sangre sin desmayarse.
Esta vez me creerán. Saco mi celular y tomo una foto a los gatos que están sobre mi encargo. Son dos, uno naranja y el otro blanco-negro. Guardo mi celular. El naranja aun me sigue viendo, suplicando a que no mate a su dueño, un tal Alberto Chimal. No sé nada sobre él, no sé dónde trabaja o qué ha hecho, ni siquiera si tiene esposa o hijos, tuve suerte que se encontrara solo en casa. Mi madre aun no me da muchos detalles sobre los encargos, cree que aun no me he ganado el derecho. Pero si me da la libertad a que sea imaginativo, lo cual se lo agradezco; te amo mamdre. Había tenido mucho cuidado en arrancarle la piel de su rostro. Lo había drogado claro, y aún lo sigue, esto para que no pudiera gritar, más no para que no sintiera dolor. El naranja empieza a maullar de una manera que me produce malestar y asco, pareciera que me dijera un , pero en realidad me chilla un , no puedo evitar recordar a un sujeto que rematé hace días. Solo un gracioso parecido. Miro al reloj. Son las 12:40 p.m. No pienso perder más el tiempo. Le meto 2 balas a cada gato. Miro a Chimal, su rostro es un trozo de carne al rojo vivo, excepto por esa blanca dentadura que parece que me lo estuviera presumiendo, ¡JA!, y esos brillantes ojos que me miran, parece uno de los zombis del video thriller de Michael Jackson. Le meto una bala en el pecho y otro en su rojiza frente. Veo por la ventana. No hay nadie. Salgo de casa y la brisa de la noche me cubre. Saco mi celular y veo la foto. Me doy cuenta que no encuadré a chimal. No importa, con que mi madre vea a esos malditos gatos y me deje de llamar loco.
Maricarmen es hija de un acaulado hombre de negocios. De niña tuvo todo lo que pudo haber soñado una mujer como ella: un hermano menor, una barbie a su tamaño, una muñeca parlante que decía “cámbiame el pañal porque ya me hice popó, ji ji ji”, una recámara toda de color rosita plagada de peluches de teddies y barnies, una bola de estambre para (mal) tejer vestidos a sus muñecos y un patio enorme.
Lo único que no tuvo fue su propio dinero para comprar sus propias mascotas, porque papá acaudalado no soportaba a los animales.
Pero un día, en uno de esos achaques que a uno le dan en la pubertad se armó de valor y le dijo a papá acaudalado: Quiero mascotas, y voy a adoptar mascotas, como los pobres.
A papá acaudalado no le gustó la idea de que la casa se llenara de animales de la calle. Pero Maricarmen había guardado el sesenta por ciento de todos los domingos que la abuelita mamá de mamá y la abuelita mamá de papá le habían dado y a fuerza de producto de gallina metió a casa de papá acaudalado tres perritos de la calle (perritos de dos años y medio de edad, bebés, pobrecitos) y los desparasitó y los vacunó y los registró a su nombre y les compró collares con sus nombres y los hizo intentar reproducirse entre ellos para tener más perritos, hasta que se dió cuenta que todos eran todas.
Papá acaudalado no tuvo más remedio que admitir que el cuarto de Maricarmen se convirtiera en una casa hogar de animales desamparados por la chusma inconsciente.
Un buen día, Maricarmen estaba tan emocionada por la resignación mostrada por papá acaudalado que le puso un par de gatos en el regazo y le retó a ponerles nombre. Papá acaudalado no quería y, más a fuerzas que de ganas, bautizó a los dos gatos como Güero y Pirata.
Papá acaudalado, desde entonces, tiene que soportar al corsario y al caucásico en su oficina en casa.
Tirado en piso, sus gatitos se anidaron en sus piernas.Desistió en ese momento de apretar el gatillo. No queria asustarlos con el estampido #microrrelato #minificción @lidornelas
[Irlandaise]
¿El negro es un color o es la ausencia de color?
Someto a la aprobación de la sociedad de la media noche el siguiente texto que ha sido intitulado:
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La aristocracia de los felinos.
No sabría explicarles sobre esos vulgares animales peludos que andan por donde sea; un miau por aquí y un miau por allá. Dejando pelos en la ropa; comiendo sin permiso lo que haya en la cocina, exigiendo apapachos cuando así se les antoja; los felinos son unos infantes a cualquier edad…
En donde sea que los mires, siempre elegantes.
[“La moda caduca, el estilo jamás”
–Coco Chanel–]
Un escritor se entrena para sobrevivir en el ambiente que se le presente; es decir –al igual que el agua dentro de un recipiente amorfo–, es capaz de adaptarse. Un escritor está entrenado para vivir y disfrutar en la comodidad que puede llegar a brindar la hermosa arquitectura o disfrutar y vivir en una casita de láminas de cartón llegado el momento. La pluma de un escritor forma parte, inevitablemente, de la aristocracia de los felinos. Ray Bradbury disfrutó de la emoción cuando se descubrió a sí mismo escribiendo por primera vez; como Jorge Luis Borges experimentó una hermosa tormenta dentro de sí mismo cuando se descubrió en el mundo de las letras. Luego entonces, la premiación de un escritor va más allá de un miserable signo monetario. Un escritor no escribe para estar limosneando becas. Un escritor escribe en el fuego de sus propias reglas. La soberbia de un poeta no es gratuita. La imaginación es el tesoro al final del arcoíris. Sin imaginación la vida me resulta mediocre. Se puede llegar a medir a las personas por su capacidad de imaginar. La imaginación es hermosa. Citando a Ludwig Wittgenstein: «los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo».
Un escritor puede llegar a pecar de pretensión y ser demolido por desconocer cómo construirse-escribirse a sí mismo. Entonces ¿con qué fuerza-magnitud es capaz de respaldar sus letras? Ser escritor implica –saber– fluir. De otro modo te vuelves comida para gatos.
[¡grrr!]
No estoy seguro cuándo empezó. Ha sido muy poco a poco. Me ha ido envolviendo, marchitándome, toda esta negrura. Lo siento por los gatos
Un zoológico por dentro
— Estoy preocupada por Alberto Chimal. Se rumoreaba que había contraído el Síndrome de Zooexcreción de Autor Crónico y esta foto lo demuestra.
— A ver, más despacio. ¿Qué es eso? ¿Es grave?
— Es una enfermedad que les da a los escritores. Por una razón que no se conoce aún, el cuerpo de un autor comienza a expulsar animales de los que ya alguna vez ha escrito. Los chismorreos sobre Chimal empezaron porque con mucha frecuencia se le veía en sitios públicos con las manos juntas, como si estuviera orando. Se decía que las mantenía en esa posición para evitar que le salieran gatos de las palmas. Hasta hubo bromas de mal gusto. Debido a la connotación religiosa que implica traer las manos así, juntas, y a que los animales en cuestión eran esos felinos, decían que él era uno de los amantesdelosgatos. Y bueno, con respecto a si es grave su caso, es indudable que lo es. Ahora le salen gatos por todo el cuerpo.
—¿Y esa enfermedad es contagiosa? Es decir, ¿la han padecido muchos escritores?
— Sí, los casos documentados son demasiados. Uno de los más célebres es el de Cortázar. A él le salían conejitos por la garganta. Uno por semana, o algo así. Se fue a Francia y allá puso un criadero, en secreto. Con eso se mantuvo, mientras el padecimiento fue moderado. Así fue hasta que los conejitos comenzaron a ser demasiados. Se dice que llegó a expulsar decenas de esos animales por día. Y como otro síntoma de la enfermedad es la vergüenza extrema de saberse infectado, cuando Cortázar llegó a estar así de mal, decidió arrojarse por una ventana…
— …
— Ha habido muchos otros casos famosos y algo anormales. Kafka llegó al extremo de despertarse diario dentro de un caparazón o exoesqueleto de insecto que recubría su cuerpo. Melville, a quien la vesícula biliar se le convirtió en una ballena blanca. Poe, quien al pensar en la composición de sus textos se le gestaban cuervos en el cerebro, que luego le salían por los ojos, además de que padecía lo mismo que Chimal, es decir, le salían gatos por las manos, aunque todos eran negros. El caso de Borges. Muchos afirman haberlo visto en la Biblioteca Nacional con la piel manchada como la de un gran felino, un tigre o un jaguar, no recuerdo bien…
— Espera, ¿qué no fue él quien escribió un libro sobre animales mitológicos?
— Sí, ¿por?
— Bueno, es que ¿qué pasa si algún autor, así como él, escribe sobre seres que no existen? ¿También puede expulsarlos por alguna parte de su cuerpo?
Hasta ahora eso nunca ha pasado, nadie ha expulsado criaturas mitológicas. Sin embargo, sí se han dado casos de escritores que al llegar al final de sus días expulsaban grandes cantidades de animales distintos y por las más inimaginables partes de su maltratada anatomía. Un par de casos que fueron muy tristes y sonados aquí en el país, para no ir más lejos, fueron los de Arreola y Monterroso. Pobrecitos, ellos tenían todo un zoológico por dentro…
MECÁNICA FELINA
Después de varias pruebas exitosas, Schrödinger decidió pasar al siguiente nivel. Entró en la caja y experimentó la superposición cuántica. Sobrevivió pero se desmayó.
Cuando despertó, en vez de piernas, tenía dos gatos, uno vivo y el otro muerto.
Entro siempre por la tarde, a eso de las 18h, cuando sé que ya se ha ido a trabajar. Lo lógico sería que espiara su salida. Sospecho que no lo hago porque en el fondo, espero encontrármela algún día. Y entonces sé que ella me aceptará de nuevo. Y todo será como antes. Y volveremos a reír juntos. A querernos. Volver a ver su sonrisa, al natural, y no en estos marcos, polvorientos marcos. Nunca ha sido de limpiar a fondo. Lo justo. Prefiere vivir. Siempre decía que para que, los gatos lo ensucian todo. Por mucho que limpiemos, Bart, siempre se volverá a ensuciar, me decía. Con la sonrisa en los labios. Me gustaba que dijera limpiemos. Ahora diría, por mucho que limpie, Bart. O diría por mucho que limpiemos, pero incluyéndole a él. Que no soy yo, claro está. Aunque de algo , yo si estoy seguro. Los gatos me quieren todavía. Y sé que agradecen que no los haya olvidado. Y que les visite cada día. Sus ojos, tristes, o cerrados, me dan pena. Lloran por dentro. Ellos también quisieran que todo fuera como antes. Antes de que ella me dejara. Antes de que él ocupara mi lugar. Para ellos, yo sigo formando parte de esta casa, a la que ahora entro furtivamente. Lo veo en sus ojos. O eso creo.
Tamagochis
Tengo hambre, un volado a ver quién lo manda…
No señor no. Siempre haces trampa en los volados.
No me culpes de tu mala suerte.
Como sea te toca a ti.
Esta bien.
… (Cuarenta segundos muy largos después)
Qué esperas? Me muero de hambre.
Ya voy, dijo pesaroso mientras estiraba sus extremidades.
Hazlo bien, a ver si nos duplique la ración.
Sabes que eso nunca va a suceder. Tu historia es más una leyenda urbana.
Tú no me crees que una vez me pasó, pero en verdad me pasó.
Ya, le di toda la cuerda aunque dudo que nos aumente las porciones como tu quieres, cuando mucho alcanzará a que nos acaricie la panza y vacíe la caja de arena.
Hablando de la caja de arena y que flojera, pero con permiso.
Morris y Primo (¿o Primo y Morris?)
Nunca he sabido quién es quién y al parecer ello les diverte. Yo apostaría a que Primo es el que se me queda viendo siempre fijamente pero lo recuerdo un poco diferente ¿será su hijo? No creo porque en ese caso le habrían puesto de nombre: Sobrino o Primo segundo o Primo 2 o Primo Jr. o Primo bis ¿no? … Bueno… ¡quién sabe! el caso es que después de mirarme fijamente siempre es el que comienza con ese juego absurdo:
-Yo soy Morris y él es Primo, me dice, en esta ocasión y lo hace …sonriendo…. y.. como quien lanza una piedra y esconde la mano… seguramente porque sabe lo que acabo de pensar.
De inmediaro el otro agrega en tono de ronroneo:
:
– «Nocierrrrrrrprrrrrto», YO soy Morris. acuérdate bien de la última vez que nos viste, del color de mis ojos que era lo que me hacía diferente a Primo y que, según tú, lo «usarías en lo sucesivo para distinguirnos».Y dice esto último imitando burlonamente mi voz . y al decirlo lo hace relamiendose los bigotes mientras mueve su cola como para distraerme de lo que estoy pensando.
Comienzan así a jugar con mi memoria, aportando datos que según ellos me harán saber, recordar o hasta inferir quizás quién es cada uno de ellos.
A veces me parece que son como los personajes de la película «Rosencrantz y Guildenstern están muertos» en la que nunca sabemos quién es quién y en la que parte del encanto consiste en que ninguno de los protagonistas al parecer lo sabe tampoco y entonces me siento tentado a preguntarle al dueño la respuesta pero ¿cómo decirle que siempre se ven diferentes? y sobre todo ¿cómo explicarle, sin que me tome por un loco o lo tome al menos a broma, que se comunican mentalmente conmigo y todo el tiempo están divertidísimos haciéndome creer de manera por demás cruel lo que ellos quieren?
Mientras pienso esto último los miro de solayo tratando de sorprenderlos y ahora que su dueño está presente los dos están muy tranquilos, comportándose como si fueran solamente dos inocentes gatos… ¡como si no supiera yo que son algo totalmente diferente!
Ladrón que roba a ladrón …
Acababa de robarse unas ideas para una novela y se había salido como siempre, con la suya. Llevaba a su novia abrazada por la cintura cuando de pronto vio en el suelo a ese gato. Por un momento se sintió tan seguro…. siempre se robaba todo y no podían atraparlo. Entonces fue que intercambiaron miradas. Él y el gato se miraron fijamente, Pensó que ese día podría incluso robarse la esencia de ese felino…
Y a continuación todo pasó tan rápido…
Sintió como si su alma se desprendiera de su cuerpo como si fuera un papel adhesivo que despegaran de su ser y de pronto cayera en un pozo muy profundo o desde una gran altura…. Instintivamente abrió manos y pies en el aire para lograr velocidad terminal, como los gatos y así no sufrir por el impacto.
¿De dónde me robé esa idea? pensó de inmediato…. seguramente de algún documental científico..pero….
Al momento del impacto, aún aturdido, vio desde el suelo cómo aquel felino tenía a su novia tomada por la cintura
Desesperado, quiso gritar y solamente pudo emitir un maullido y a continuación escupió una bola de pelos.
Trato de detenerlo pero solamente pudo mover torpemente una cola que antes no tenía.
En eso percibió que el extraño ser besó a su novia volteo a verlo y antes de alejarse le sonrió…. como solamente puede sonreir un gato
Gemütlichkeit
Tenía solamente ocho años cuando sus padres la llevaron, junto con su hermano de paseo por un bosque. Allí quisieron ir a ver unas casas, construídas en la barranca supuestamente por enanos. Después de visitarlas y comprobar que sí existían y que eran unas curiosas costrucciones en miniatura estaba jugando con su hermano cuando al correr en una pendiente chocó de frente con un árbol y perdió el sentido. De camino al hospital, en el auto repetía: «Gemütlichkeit»…. «Gemütlichkeit»… «Gemütlichkeit»…
Cuando llegaron al hospital estaba inconsciente. Los doctores en emergencias le dijeron a sus padres que ella no presentaba ya, al parecer, signos vitales y la llevaron de inmediato para someterla a un desfribilador.
Lograron que se recobrara.
Tiempo después cuando sus padres le preguntaban por qué había chocado con el árbol ella dijo: No lo sé. ¡se me atravesó! lo cual provocó de inmediato las burlas de su hermano.
Sus padres le preguntaron qué significaba eso que decía mientras iba perdiendo el conocimiento: algo como Gemuluche y ella no supo qué responder…
Meses después su hermano comentó que estaba aprendiendo a jugar al ajedrez en la escuela y pidió que le compraran un tablero para practicar en casa.
Un buen día vio a su padre y a su hermano mientras jugaban un partido y quiso jugar con ellos….
Su hermano no quería porque argumentaba que no sabía ni siquiera el movimiento elemental de las piezas….
Jugaron varias partidas y ninguno de los dos pudo derrotarla.
Le preguntaron dónde había aprendido y dijo que no sabía que solamente sabía que podía hacerlo. Como le insistieron dijo que el día de su accidente fue a dar a un lugar que se llamaba algo así como «Gemütlichkeit» donde jugó interminables partidas de ajedrez que era así como había aprendido.La castigaron por mentir. En su casa no volvió a hablarse de ajedrez. Y ella no volvió a mencionar la palabra Gemütlichkeit .
Fue tiempo después durante una feria de ajedrez de la Universidad en que volvió a tener contacto con el «juego ciencia»: Hicieron un minitorneo para seleccionar a los estudiantes que enfrentarían en exhibición de simultáneas a Judit Polgar. Ganó el torneo sin perder ninguna partida y fue seleccionada.
Ahí comenzó su ascenso meteórico. Después de ser la única persona que derrotó a la leyenda húngara y además en un número sorpresivamente corto de movimientos la seleccionaron para jugar en Europa y continuó ganando una partida tras otra sin explicación alguna. Pronto Aleksandra Kosteniuk, Hou Yifan y otras fueron humilladas por ella en el tablero. Entonces comenzó su carrera por el campeonato mundial, jugando entre varones.
Ahora que se presentaba en el torneo de candidatos de Linares con miras a escoger al contendiente del campeón mundial en turno, al ir invicta en la primera vuelta también estaba acaparando los reflectores. Siempre le preguntaban dónde había aprendido a jugar al ajedrez y ella siempre contestaba con evasivas y en su mente siempre estaba la palabra: Gemütlichkeit
¿Cómo decir que ya conocía todas esas partidas? ¿que las había jugado en Gemütlichkeit? Si solamente estuvo inconsciente unos minutos
Harta de los paparazzi esta vez logró escapar y dio con un callejón solitario. Se percató de que desde su accidente era la única vez que estaba sola. Sintió que alguien la seguía. Vio un gato y sintió miedo. Echó a correr por el callejón y antes de que saliera de él ahí estaba de nuevo frete a ella de manera inexplicable ese ser ¿un gato? que la miraba fijamente. De inmediato sintió cómo era transportada a otro lugar. Vio una zona boscosa.. un sendero el cual conducía a una cabaña… se dio cuenta de inmediato que estaba de nuevo en Gemütlichkeit.
Caminó por un sendero en el bosque y dio con una cabaña.Entró a la cabaña y ahí junto a la chimenea estaba una mesa y sobre ella un tablero de ajedrez. Se acercó cautelosamente y de pronto vio que lo que había sobre el tablero no eran figuras de ajedrez eran personas que se quejaban, al mirar de cerca vio que habían sufrido lo indecible por tormentos que les habían sido aplicados e incluso reconoció a algunos de ellos.
En ese momento recordó que cuando iba corriendo hacia abajo notó que el árbol le salía el encuentro y con
el impacto la enviaba directamente a Gemütlichkeit. Ahora había llegado de nuevo atrapada por la mirada de ese ser.
Gemütlichkeit (o zona de confort en alemán como creía que significaba porque lo investigó después del accidente sin decirle ni a sus padres) no era sino el nombre del ente que ahora la quería de vuelta.
Corrió para pedir ayuda desandando a toda velocidad el sendero que la llevó a la cabaña y seguía escuchando los ayes lastimeros, los gritos de dolor.
Se topó de pronto con una membrana transparente que la separaba de lo que ella sabía que era la realidad y gritó, pidiendo auxilio..
…
Cuando la encontraron estaba inerte, sin vida, solamente acompañada de dos gatos, uno de ellos de mirada extrañamente fija, que maullaba sin cesar…
Si hubieran escuchado con cuidado se habrían dado cuenta que entre los maullidos se escuchaban los gritos de auxilio de ella y si se hubieran acercado a ese ser que creían un gato la hubieran descubierto a ella dentro de las pupilas, atrapada, tratando de escapar de Gemütlichkeit
Alguna vez el perro obligó a Dios a crear al hombre; los gatos estuvieron totalmente de acuerdo: necesitaban tener un innumerable séquito de súbditos y adoradores.
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